Opinión: Cristianismo … Por Juan Carlos Ortega Murillo

El Cristianismo ha demostrado ser una fuerza con incidencia política y de transformación
Foto: El Cristianismo ha demostrado ser una fuerza con incidencia política y de transformación /Cortesía

Cristianismo

Hace más de 2mil años, Jesús lideró la Revolución del Amor. Revolución cuya meta era, y sigue siendo, construir un mundo de justicia social para toda la humanidad. El Cristianismo, como expresión religiosa, ha demostrado ser una fuerza con incidencia política y de transformación; así lo registra la historia.

Su influencia, desde la fe, tiene un poder enorme sobre el curso de la vida en el planeta. Y, como en todo, este poder puede ser utilizado para el bien o para el mal. Son los intereses, vicios y virtudes de cada ser humano, de cada individuo que ostenta algún cargo de autoridad dentro de su estructura, los que definen el papel que este jugará en el curso de historia que le toca transitar.

El Cristianismo, como expresión religiosa y fuerza con incidencia política en el mundo tiene el deber de seguir el mandato de Jesús; velar por los marginados y dotarlos de herramientas que le permitan enfrentar la injusticia y luchar por la equidad social e igualdad de oportunidades para alcanzar el bienestar social y derechos por igual; raíz de la emancipación hacia la libertad.

Solamente cumpliéndose estas condiciones es que existirá libertad verdadera del individuo y el colectivo social. Solamente cumpliéndose estas condiciones es que puede existir un sistema democrático que empodere realmente al pueblo. En el mundo actual, donde la lucha más cruenta se da por la hegemonía global, el Cristianismo debe velar por que la humanidad siga el camino que Jesús señaló para todos.

No puede haber poder con ínfulas imperiales que imponga sus dictámenes y caprichos por encima de los sueños y derechos de los pueblos, cuya soberanía y autodeterminación jamás deben ser aplastados. Los pueblos tienen el derecho de erigir su propio destino. Recorrer la senda señalada por Jesús y construir el mundo que soñó para la humanidad es la meta que nuestra Nicaragua, nuestra América, Latina y Caribeña, nuestro Mundo, sufrido y aplastado por tanto tiempo, debe construir, alcanzar, afianzar y heredar.

Juan Carlos Ortega Murillo Agosto 2022