En Brasil han construido un puente para unos usuarios muy especiales: tamarinos leones dorados, unos pequeños primates color naranja que han estado en peligro de extinción durante décadas por la deforestación y los traficantes.
La construcción del puente de unos 20 metros de ancho y el doble de largo en las afueras de Río de Janeiro, que busca contribuir a la conservación de la especie, terminó a finales de julio, no sin presión de los ambientalistas y una orden judicial. El paso conecta la reserva biológica Poço das Antas, en el municipio de Silva Jardim (Río de Janeiro), con una finca que la Asociación del Tamarino León Dorado (AMLD, por sus siglas en portugués) adquirió para convertirla en un parque ecológico.
En 1971 quedaban menos de 200 ejemplares. Ahora, el número de monos de esta especie se ha multiplicado por 50.
Así ha sido la recuperación del Tamarino león dorado. pic.twitter.com/YDXRpzZqZb
— Brut México (@BrutMexico) March 30, 2020
Los árboles recién plantados en el puente todavía miden apenas unos centímetros, pero se espera que en un par de años alcancen una altura que favorezca el tránsito habitual de estas criaturas.
"Nuestro objetivo es consolidar un panorama de conservación para los monos. El mayor problema es la fragmentación de los bosques, que ya estaban muy deforestados debido a la expansión de los centros urbanos", comentó a AP Luiz Paulo Ferraz, geógrafo y secretario ejecutivo de AMLD. Conectar las selvas significa más espacio para que los primates deambulen y se reproduzcan, y así conservar la diversidad genética, explicó.
Símbolo de la preservación
Aunque pocos brasileños han visto en persona un tamarino león dorado, prácticamente todos han tenido uno en sus manos: está en los billetes brasileños de 20 reales. El animal se ha convertido en un símbolo de la preservación de la vida silvestre en Brasil y más allá, pero necesita más espacio para aumentar sus filas.
El número de tamarinos leones dorados alcanzó 3.400 en 2014, el año del censo más reciente de AMLD. Un brote de fiebre amarilla en 2016 y 2017 causó la muerte de unos 900 ejemplares, el mayor golpe a esta especie desde el comienzo de las tareas de conservación.
En la década de los 1970, cuando los científicos emprendieron programas de conservación, existían solo 200 ejemplares, según AMLD, pero la creación de la reserva Poço das Antas en 1974 fue el punto de partida para recuperar la población y el hábitat de estos animales en el interior del estado de Río de Janeiro. En 2003, este primate pasó de ser especie "en peligro crítico" a especie "en peligro".