Los párpados son estructuras móviles y pares que recubren los globos oculares, participando en la protección de la conjuntiva y la córnea. Pueden perder su movilidad o descender de forma anormal dificultando la visión.
La ptosis palpebral, blefaroptosis o párpado caído es una condición que se caracteriza por el descenso patológico de uno o ambos párpados superiores. Se puede manifestar en ambos sexos, sin distinción de edad o grupo etario; siendo los adultos mayores lo más afectados. Además, la caída puede ser leve y poco diferenciable o severa, con bloqueo del campo visual.
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Por lo general, se produce ante la debilidad del músculo encargado de mover el párpado, así como por lesiones en las vías nerviosas o por pérdida de la elasticidad de la piel que forma el pliegue palpebral. A pesar de que el párpado caído no puede ser prevenido; el abordaje médico y quirúrgico temprano de esta afección permite evitar las complicaciones.
Causas y factores de riesgo de la ptosis o párpado caído
Existen varias situaciones o patologías que promueven el desarrollo la ptosis palpebral. Estudios afirman que su origen puede ser congénito o adquirido, siendo el envejecimiento la causa más frecuente.
Una afección que no debe ser subestimada
El párpado caído suele manifestarse de forma paulatina con cambios poco notorios en la mucosa ocular y en la capacidad visual. Esta situación favorece que pase desapercibido, sobre todo en las personas de edad avanzada. No obstante; la ptosis palpebral también puede presentarse como resultado de una lesión neurológica o un derrame cerebral.
Por tal motivo, hay que buscar atención profesional inmediata en caso de que esta afección se acompaña de pérdida de fuerza en las extremidades; convulsiones, desviación de la expresión facial y alteraciones del habla. El abordaje temprano podría hacer la diferencia.