Jay Scrivner, profesor universitario de inglés de 45 años, cuenta a la prensa que simplemente estaba acostado sobre su tabla, esperando una buena ola. Este hombre surfea casi a diario en la zona cercana a Humbolt Bay, conocido como la Península de Samoa. Sabía que otro surfista, Scott Stephens, sobrevivió a un ataque de tiburón en el mismo lugar, el año pasado.
Scrivner dijo que de repente vio la nariz y los dientes del tiburón. Después que lo mordió trató de golpearlo, y según un amigo, lanzó un grito gutural. "No podía cree lo que pasaba", dijo Scrivner. "Cuando me alejé del animal me pregunté si me había mordido. La mente de uno no lo cree". El surfista dijo que se revisó el cuerpo y todo estaba en su lugar. Un amigo le dijo que siguiera impulsándose con los brazos hasta la playa.
Una vez en tierra firme, amigos y otros surfistas la aplicaron presión a la herida y la cubrieron con una camiseta para controlar la hemorragia. "Lo que es extraño es que era una mañana espectacular, todos se estaban divirtiendo, y de repente esta dicotomía", dijo. Scrivner estaba consciente y alerta cuando los socorristas llegaron a eso de las 8:45 a.m., dijo Dale Unea, jefe de bomberos de la Península de Samoa.
Este profesor es conferencista de Inglés en el College of the Redwoods, está casado y tiene dos hijos; La mordida en el muslo izquierdo no interesó ninguna arteria ni le daño tendones. Sufrió daños en el tejido suave y tuvieron que darle 30 puntadas, pero se espera que se recupere completamente. Dijo que piensa que su vieja tabla, que es más gruesa que las modernas, lo salvó de sufrir lesiones más graves. "Si me iba a morder un tiburón, estaba en las mejores condiciones", dijo.
Scrivner agregó que "definitivamente volverá a surfear", pero con algún temor, y que ya tuvo un sueño ansioso en que algo estaba halando la correa de su tabla de surfear. "El mar tiene un poder enorme", dijo Scrivner. "Cuando uno ve un tiburón o lo muerde un tiburón, entonces se entera de la fuerza de ese poder".