Lo recomendable es lavar nuestro rostro por la mañana y antes de irnos a dormir, y con ello mantener limpio, sano y joven el rostro.
Por muy sencillo que suene esta acción en ocasiones no la realizamos de la manera adecuada, por lo que nos provocamos irritación, resequedad y otros problemas.
Errores:
Productos. Escoger entre un jabón neutro o un productor especializado, para eliminar células muertas, suciedad y el maquillaje, puede ser complicado y hasta costoso. Escoge productos que no sean muy suaves, porque te harán tallar de más, ni muy fuertes, pues causan resequedad o irritación.
Exfoliantes. Su uso debe ser limitado si no dejarás a tu piel sin protección. Apóyate en aquellos granulados, como el azúcar o frutas, realízalo máximo 3 veces a la semana y aplícalo con los dedos para evitar dañar tu piel con esponjas o paños.
Enjuague. Hacerlo con prisas podría provocar que no enjuagues bien, promoviendo la acumulación de residuos que obstruyen los poros. No importa la hora, date un tiempo para eliminar el jabón de tu mandíbula, cabello, naríz, etc.
Secado. No frotes la toalla para secar, debes hacerlo con golpes leves para evitar que se pierda la elastina. Asigna una toalla especial para tu cara, así evitarás la acumulación de bacterias.
Aceites. A pesar de la creencia de que harán grasoso el rostro, los aceites ayudan a limpiar los poros, eliminar bacterias y equilibrar el ph de la piel. Prueba algunos de acuerdo a tu tipo de rostro y beneficiate con ellos.
