El ritmo de relaciones sexuales últimamente ha bajado considerablemente y ni siquiera te acuerdas de la última vez que lo hicisteis. Y lo más sorprendente es que parece que no lo echas de menos. Esto es lo que te inquieta un poco. ¡No pasa nada!
– El descenso del deseo en la pareja
Vuestro ritmo de relaciones sexuales últimamente ha bajado considerablemente y ni siquiera te acuerdas de la última vez que lo hicisteis. Y lo más sorprendente es que parece que no lo echas de menos. Esto es lo que te inquieta un poco. ¡No pasa nada! Hay una explicación y una solución para cada situación.
Sabías que…
No hay que confundir la baja de deseo con la imposibilidad de sentir placer. Una vez estimulada, la persona puede alcanzar el orgasmo.
La baja de la líbido afecta más a las mujeres que a los hombres.
Una baja de deseo no es definitiva. Es importante tomársela en serio y no esperar a que se pase sola. Hay que hablar para actuar.
Cada solución para cada situación
– Razones médicas: algunos tratamientos hormonales, ansiolíticos y antidepresivos pueden tener un efecto de inhibición del deseo. Hay que consultar al médico, ya que podrá adaptar de otro modo la posología o la prescripción. Generalmente, el apetito sexual vuelve después de la interrupción de los medicamentos.
– El estrés: acabas de cambiar de trabajo, trabajas en proyectos muy absorbentes, tienes dificultades económicas… En otras palabras, ¡tienes la cabeza en otras cosas y no estás para tonterías! Estas pequeñas y grandes preocupaciones pueden comportar una clara baja de tu líbido. ¡No olvides que el órgano sexual principal es el cerebro! No escondas la cabeza como los avestruces y no le quites importancia a este aspecto de tu vida. Es tan importante, o más, que pagar las facturas. Aprende a relajarte y resérvate tiempo para el amor, aunque al principio fuerces un poco: ¡el apetito aparece al comer!
– Un choque emocional: un despido, la pérdida de un ser querido, el descubrimiento de un engaño… Hay muchos acontecimientos violentos que pueden desestabilizar a cualquiera y hacerle perder las ganas de hacer el amor. En estos casos, es necesario acudir a un profesional y empezar una terapia. Sola o en pareja, el profesional podrá responder.
– El peso de la rutina: a fuerza de veros, ¡ya no os veis más! El cuerpo de la otra persona ya no se te aparece como una promesa de fuegos artificiales sensoriales y empiezas a aburrirte en la cama, fantaseando con otras caras desconocidas o no.
Aprende a descubrir a tu pareja. Juega a explorar la «cartografía sexual», imaginada por los sexólogos. En un ambiente tamizado e íntimo, vestidos, que cada acaricie al otro sin llevarlo al placer. A medida que los días y las semanas pasan, irás más allá con el fin de aumentar el deseo cada vez más… Hasta la explosión del placer y el retorno de las ganas de hacer el amor.
También se pueden cambiar los hábitos inventando juegos eróticos, sorprendiendo al otro o inventando algún escenario.
– ¡Cuidado con el círculo vicioso! Es como el pez que se muerde la cola. Os dais cuenta de que no hacéis el amor como antes y de que el deseo ya no es el mismo, ¡pero no lo habláis! Evitáis el acercamiento y os culpabilizáis mutuamente.
¡Basta! Hay que hacer algo. La primera palabra: comunicación. No hay nada mejor que admitir este cambio en vuestra relación. Os sentiréis aliviados y podréis plantearos encontrar el origen del problema para solucionarlo: mejor organización de vuestro horario, escapadas de unos días para estar juntos, terapia de pareja…