Origen del anillo de diamantes de matrimonio

A pesar de que a ciencia cierta no se sabe cuándo ni quién comenzó formalmente esta tradición, algunos historiadores lo atribuyen a la época del antiguo Egipto en el que los esposos intercambiaban anillos que se colocaban en el dedo anular, el cual se pensaba que estaba la ‘vena del amor’ (vena amoris), misma que conectaba hacia el corazón.

Más tarde, en 1477, Maximiliano de Austria retomó esta idea y le obsequió uno a su prometida María de Borgoña, a partir de entonces volvió a florecer esta tradición, principalmente entre la clase noble de la época.

No obstante el anillo típico que se otorgaba en aquellos tiempos era opaco, no reflejaba luz, estética, ni belleza; era únicamente el símbolo de unión entre dos personas que compartían sus vidas.

Y así nos habríamos quedado, con un anillo lleno de significado pero sin belleza y elegancia, pero entonces en 1886 alguien tuvo la idea de reinventar este símbolo del matrimonio y que aquella ocurrencia fuera tan exitosa que permaneciera como tradición hasta la fecha.

El nombre de la persona a la que tienen que agradecer los novios (hombres) por haber hecho mucho más caros los anillos de compromiso es Charles Lewis Tiffany, uno de los fundadores de la marca de joyas más famosa del mundo.

Este joyero estadounidense revolucionó esta pieza al incluir un diamante por encima de la cinta de oro mediante seis puntas, lo cual permitió que una mayor cantidad de luz la traspasara y la dejara brillar como nunca antes.

Actualmente la tradición del anillo de compromiso sigue vigente en prácticamente todo el mundo. Respecto a dónde debe colocarse, algunos países lo hacen en la mano izquierda, otros en la derecha, pero en todos los lugares simbolizan lo mismo.

Un anillo con cinta de oro y diamantes está por demás decir que es carísimo, pero la buena noticia es que ya hay más opciones con cintas de titanio y otras piedras preciosas que además de hermosas, son mucho más accesibles.

Agencias