60 mil botellas plásticas que podían haber llegado a la basura hoy se están convirtiendo en un proyecto novedoso que promueve la salvación del planeta.
Andrea Frorseha, conocido como el inventor de casas de botellas, ha recorrido Latinoamérica para dar a conocer este proyecto con una técnica completamente innovadora y llegó a Chinandega para capacitar a maestros y estudiantes en esta obra sumamente económica en tiempo y recurso, en comparación a los muros tradicionales elaborados de cemento y bloque.
Francisco Olivares es uno de los estudiantes del Colegio Haldo Dubón Calleja, que en estas vacaciones ayudará a llenar las botellas de tierra y con ellas un poco de agua, arena y cemento, con el fin de construir 300 metros de muro lateral en la escuela, con el apoyo del inventor de esta iniciativa y Fundación Chinandega 2001.
Para los estudiantes de octavo año Angelín Enrique, Cáterin Oconor y Kevin Sandoval «esto ha sido un buen proyecto, una experiencia única, cosas grandiosas que nunca nos imaginamos que podrían hacerse con botellas plásticas, estamos reutilizando los desechos de manera útil».
Según Frorseha, en Nicaragua espera obtener los mismos efectos que ha tenido en Latinoamérica. «Acabo de visitar México, Brasil, Chile, Bolivia, Paraguay y se han visto buenos resultados al igual en cuatro continentes del mundo donde se han desarrollado 50 proyectos», resaltó.
Dicen que además de resolver un problema de seguridad por falta de dinero, reciclan y construyen una obra tan fuerte resistente a las intensas lluvias que caen en la región.
La textura y la fachada original que se consigue con este muro de ladrillo de botellas llenos de tierra, es desarrollar actividades amigables con el medio ambiente.
Belkis Maribel Medina