Andas agotada todo el día: trabajo, hijos, compras, limpiar la casa, médicos, colegio, extraescolares de los niños… No sabes cómo pero hace un rato que eran las 7 de la mañana y ya son las once de la noche…
Estás cansada, rendida en la cama y piensas que mañana debes revisar cuadernos de niños, poner una lavadora, cocinar para la semana, devolver la llamada a tu madre que no te dio tiempo de responder hoy. ¿Te suena?
Pero, ¿Y tu pareja? ¿Qué hace mientras tú vas a doscientos por hora cada día? ¿Le cuesta levantarse del sofá? ¿Necesita un paso a paso para hacerle una papilla de frutas al bebé y aun así te pide ayuda para que le des la merienda? ¿Puede ser que piense que no le dejas espacio para colaborar?
A veces que un hombre no ayude en casa no sólo es culpa de él «porque no hace nada». Veamos algunas cosas que puedes hacer para que tu pareja ayude en las tareas del hogar.
«No sé cómo hacerlo»
Esto puede sonar a excusa, y quizá la mayoría de veces así sea… Pero, cuando hace algo mal, piensa ¿le ayudas a que lo haga de nuevo y aprenda a hacerlo bien? ¿O acabas haciéndolo tú para acabar antes? Si tu respuesta afirmativa es en la segunda pregunta vas mal encaminada.
Es mejor que te armes de paciencia y le enseñes a hacer las cosas bien para que en un futuro las haga sin tener miedo de equivocarse. ¿Nunca ha puesto una lavadora? Ya es hora de aprender a saber cómo funciona esa misteriosa máquina, ¿no crees?
Pídele que te ayude en casa
Para que la casa funcione bien y no te satures con todo, repartid faena y pídele que colabore con las faenas que no te da tiempo a hacer. Y ¡ojo! no te digo que te ayude, porque a ti no te tiene que ayudar a nada, puesto que las tareas del hogar es cosa de los dos y por tanto es colaboración mutua y para nada ayudar a hacer algo que «le corresponde al otro».
Pero pídelo y delega. No esperes que si nunca hizo nada de repente empiece a hacer todo. Escalonadamente ves repartiendo la faena. Si es necesario ¡haced un calendario doméstico!
Comparte faena y no critiques
Repartid las tareas sin invadir el espacio del otro cuando haga las cosas. No le mires todo el tiempo para ver qué hace mal y criticarle. Antes de eso, enséñale a hacer las cosas que no sepa hacer del todo bien.
Repartid la faena y verás cómo los dos iréis desahogados y tendréis tiempo también además de todas las tareas a un poquito de espacio para cada uno.
Por tanto, no te sobrecargues con trabajo que os corresponde a ambos, porque no podrás con todo y estallarás antes o después y acabaréis peleados. Y lo mismo a la inversa, no le dejes a él todo para no hacer tú nada, buscad el equilibrio.