La insuficiencia renal crónica ha matado a más de 24.000 personas en estos dos países centroamericanos sin que se conozca claramente las causas de la epidemia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En los últimos 20 años la tasa de mortalidad por esta enfermedad ha aumentado en cinco veces.
Esta plaga afecta principalmente a los recolectores de la caña de azúcar que trabajan en las zonas costeras por un salario que a duras penas alcanza para cubrir sus necesidades básicas.
En caso de detección temprana, la enfermedad es tratada con medicamentos, pero en fases tardías se requiere diálisis o un trasplante renal.
Dado que más del 40% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, la mayoría de los trabajadores no tienen acceso a los servicios médicos.
Los que sí pueden permitirse la diálisis, frecuentemente la hacen en casa en condiciones poco estériles lo que obstaculiza la eficacia del tratamiento.
Habitualmente la insuficiencia renal se detecta en personas por encima de los 70 años de edad, pero no es el caso de América Central.
Muchos atribuyen la epidemia a las malas condiciones laborales: la deshidratación que sufren los trabajadores durante las horas de trabajo bajo el sol ecuatoriano.
Otros creen que los trabajadores podrían estar dañando su salud inconscientemente masticando tallos de caña de azúcar mientras trabajan.
El tronco de la caña de azúcar produce un jugo dulce refrescante, lo que lleva a los investigadores a preguntarse si los años de consumo de azúcar y la deshidratación podrían jugar un papel importante en la aparición precoz de esta enfermedad.
Pero el doctor Peter Hotez, decano del Baylor College of Medicine, ubicado en Texas, opina que se trata de otros factores.
«La gente viene sudando y deshidratándose en los campos de caña de azúcar desde hace cientos de años, por lo menos desde el comienzo de la venta de esclavos en el Atlántico. ¿Y por qué vemos estos casos solo ahora?», dijo Hotez citado por el portal The Verge.
Por estas razones, también aumentan las sospechas de que productos agroquímicos podrían estar detrás de la epidemia.
Un estudio de 2012 sobre la enfermedad renal crónica en Sri Lanka detectó que dos metales tóxicos el cadmio y el arsénico podrían ser responsables del aumento de los casos allí en los últimos 20 años.
Ambos metales se utilizan en la agricultura (el cadmio en los fertilizantes, el arsénico en los pesticidas), y los cultivadores de arroz de la región mostraron niveles relativamente altos de cada uno en la sangre.
Los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que la exposición continua a los metales podría explicar las tasas elevadas de la enfermedad renal en el país.
RT