Los alemanes, otrora ardientes entusiastas de los autos, no están comprando tantos vehículos como antes. En lugar de eso, los están compartiendo.
El país se ha convertido en el mayor usuario mundial de planes para compartir auto en un solo trayecto, en los que las personas pueden hallar un vehículo usando sus teléfonos multiuso, conducirlo de un lado a otro a la ciudad y dejarlo allí sin tener que devolverlo a una sede central.
La poderosa industria automotriz ignoró la tendencia en un primer momento, pero ahora la acoge. Algunas compañías están apostando decididamente por el coche compartido, no sólo para trayectos cortos dentro de las ciudades, sino también para viajes más largos entre ellas.
Ello se desprende de un cambio cultural en el país que inventó el automóvil, donde los coches en otros tiempos eran descritos comúnmente como el «hijo favorito» de los alemanes. El excelente transporte público, los altos precios del combustible y un fuerte movimiento ecologista se traducen en que para muchos alemanes el auto se ha convertido en un accesorio prescindible, o en el mejor de los casos, una costosa carga.
Los registros de nuevos vehículos cayeron por debajo de tres millones el año pasado, para seguir con una tendencia a la baja de dos décadas. Entretanto, el promedio de edad de los compradores subió por encima de 52 años por primera vez, en comparación con un promedio de edad de 46 a mediados de la década de 1990.
«Yo quiero pagar por las cosas cuando las uso», dijo Martin Blankenstein, un consultor de gestión de 35 años de edad que utiliza varias compañías para compartir autos.
Con una aplicación de celular, los clientes pueden encontrar un auto cercano, reservarlo con poca antelación, conducir de un extremo a otro de la ciudad y dejarlo allí sin tener que devolverlo al punto de partida.
La facturación es por minuto. Veinte minutos de uso por lo general cuestan entre 4 y 6 euros (de 5,50 a 8,20 dólares), y ese precio incluye los cotos de combustible, seguros y estacionamiento. El precio para todo un día va desde 39 hasta 59 euros en los servicios más flexibles.
Lo que podría parecer una costosa extravagancia para los dueños de vehículos puede resultar atractiva para las personas que rara vez utilizan un auto. Sus defensores dicen que el costo tiende a ser la mitad de lo que cuesta un taxi para el mismo trayecto.
BERLIN (AP)