La Comisión del Crimen de Chicago (CCC) nombró a Guzmán en 2013 su «Enemigo Público Número 1», una etiqueta que antes sólo había usado para describir al jefe de la mafia Al Capone y que no piensa retirarle al narcotraficante mexicano ni siquiera ahora que está tras las rejas.
«No sabemos cuál es su potencial de poder bajo custodia», indicó el vicepresidente ejecutivo de CCC, Art Bilek, al justificar esa decisión.
Que El Chapo mantenga el calificativo demuestra el impacto que ha tenido en la tercera ciudad más poblada de Estados Unidos, donde la Agencia Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés) considera que el cartel de Sinaloa -liderado por Guzmán- tiene prácticamente un monopolio en el mercado de las drogas en ese país.
Las autoridades también consideran que las actividades del cartel de Sinaloa han sido un factor detrás de la violencia en Chicago, que es uno de sus principales problemas de seguridad. En 2012, por ejemplo, se registraron allá más de 500 homicidios, más que en cualquier otra ciudad del país.
Guzmán, por supuesto, no es un asunto exclusivo de las autoridades en Chicago. En Estados Unidos ya lo han acusado siete fiscalías distritales en lugares tan distantes como Florida, San Diego, Nueva York o Texas.
También cuenta con una «extensa red de asociados para facilitar sus operaciones de tráfico en Estados Unidos», así como «redes bien desarrolladas de transporte y distribución».
Una de las redes más importantes de transporte y distribución es precisamente Chicago, considerado un centro económico por su ubicación geográfica en el medio oeste del país.
La DEA confirmó que el 70% de los narcóticos en Chicago son controlados por el Cartel de Sinaloa. También reconoció que el área metropolitana de Chicago ha sido el principal destino en Estados Unidos para cargamentos de heroína, el segundo para marihuana y cocaína y el quinto para metanfetamina.
Ahora, tras la captura del jefe máximo, lo que muchos se preguntan es qué pasará en Chicago.
AGENCIAS