Escuchar música nueva sigue siendo algo maravilloso hoy en día. Simplemente se da por supuesto que tienes que estar loco si compras un CD. Sus ventas han ido cayendo de año en año a lo largo de la última década. La razón es que los CDs son un anacronismo en un mundo digital en el que la música se reproduce y transfiere por Internet, sea de manera legal o ilegal.
Por supuesto, eso no significa que no haya ninguna manera que merezca la pena de comprar un álbum en formato físico. Paradójicamente (o no) los discos de vinilo han experimentado un nuevo auge entre el descenso general de la industria discográfica. Es probable que hayas notado esta tendencia en casa de tus amigos más pretenciosos, donde ha surgido de la nada una colección de discos andrajosos junto a un reproductor Technics. Cómo mínimo, habrás visto estos discos en la tienda de moda de turno, o incluso habrás oído hablar de artistas actuales que lanzan pequeñas ediciones especiales en vinilo de sus nuevos LP.
El renacimiento de los discos de vinilo no es una moda anecdótica más. La gente está comprando más discos de vinilo que hace décadas. En 2013, las ventas se incrementaron nada menos que un 31%, con seis millones de discos vendidos solo en Estados Unidos. En 2007, las ventas de este formato eran de solo un millón de ejemplares.
El por qué de esta tendencia es otro asunto. La gente no necesita comprar discos de vinilo y, sin embargo, eligen hacerlo. En un mundo en el que los CDs están obsoletos y la música existe solo virtualmente, el vinilo ofrece la reconfortante sensación de estar comprando algo físico. Si la industria musical tradicional no quiere desaparecer del todo, quizá haría bien en examinar esta tendencia.