5 Emociones por las que comemos sin hambre

Hoy te contamos una conducta tan normal como difícil de desterrar: seguro que más de una vez has comido chocolate, papas fritas o cualquier otra comida poco saludable arrastrada por el torbellino emocional que tenías en ese momento. Hoy queremos hablarte de 5 emociones por las que comemos sin hambre.

Por qué comer cuando no tienes hambre

La mayoría de las veces lo hacemos de modo automático, sin pensarlo, por ejemplo…

¿Quién no ha pasado alguna vez cerca de una máquina expendedora y ha introducido una moneda a cambio de algún alimento poco saludable y lleno de calorías?; o quizá, en el trabajo, a media tarde, un compañero comenzó a convidar apetitosos pasteles y aunque no tenías hambre, de igual forma accediste a comer al menos uno.

¿A qué te resulta familiar ésta situación?

De seguro, has pasado por ella más de una vez y es cuando has comido sin tener hambre; algo que sin duda jugará en tu contra a la hora de perder kilos o de mantener un peso estable. Esta conducta puede implicar una emoción que nos lleva a caer en la tentación de modo inconsciente, por ejemplo:

Si estamos aburridos, comemos
Si estamos ansiosos, comemos
Cuando estamos alegres, comemos para celebrar
Si estamos enfadados, comemos
Cuando estamos tristes, comemos para calmar la angustia y así en otras ocasiones…

Y seguro que reconoces muchas otras más. Por eso, no hay nada mejor que comenzar a llevar un diario personal para apuntar los diferentes estados de ánimo por los que atravesamos cada día y los alimentos que consumimos y asociamos con cada emoción que nos produce esa circunstancia especifica.

Una vez que hayas podido descubrir la relación entre tu estado emocional y los alimentos, antes de comer nuevamente sin tener realmente «hambre», opta por hacer alguna de las cosas que te proponemos a continuación:

Llama a un amigo
Escribe una carta
Comienza un blog
Hazte voluntario en alguna institución
Comienza hobby
Lee un libro que te atrape
Apúntate en el gimnasio
Sal a pasear con una mascota
Juega con un video juego activo
Diferenciando el mecanismo emocional

No está mal ni es perjudicial celebrar o recompensarnos con un alimento que sea de nuestro agrado por haber obtenido determinado objetivo. Sin embargo sí lo es cuando de forma casi impulsiva abrimos la nevera cada vez que nos disgustamos, estamos tristes, enfadados, nos sentimos solo, entre otras emociones que podemos sentir y que nos lleven a comer.

Señales de tener hambre emocional

Cuando tienes hambre emocional surge de un instante para otro y atenderla requiere un sentimiento de urgencia.
El hambre emocional te lleva a tomar alimentos que te producen placer, por ejemplo azucarados u otros que no son saludables.
Cuando padeces hambre emocional no mides lo que comes, antes de que puedas darte cuenta te has comido una bolsa llena de galletas.
Ese tipo de hambre no conoce límites, quiere más y más.
El hambre emocional se enfoca en los olores, las texturas y sensaciones que produce el comer, no se siente el rugir del estómago debido al hambre, sino que es un deseo que se produce en la mente.
Comer por hambre emocional te lleva a sentir culpa porque no estás alimentando a tu cuerpo sino que estás cediendo a tus deseos impulsivos.