Una de las mejores herramientas para cuidar de nuestra salud es la mente, pero también es gracias a ella que podemos sufrir de estrés. De acuerdo con diferentes investigaciones, el estrés es el causante de enfermedades en el sistema digestivo, el cáncer, infecciones en la piel, dolores de espalda, enfermedades del corazón, solo por nombrar algunas.
Es por esto que, si controlamos nuestra mente, la liberamos de problemas y preocupaciones innecesarias, no solo evitaremos el estrés sino muchas enfermedades.
¿Cuál es la clave para la salud?
La meditación es la respuesta a esa pregunta: cuando meditamos liberamos nuestra mente de pensamientos, problemas, preocupaciones. Al meditar no solo nos relajamos, sino que hacemos un gran aporte a nuestra salud física y emocional. Si bien meditar es algo sencillo de decir, no es tan fácil de hacer, incluso en ocasiones lleva meses poder hacerlo; sin embargo, una vez se logra llegar a este punto los beneficios son innumerables.
Cuando no tenemos control de nuestra mente, mayores son nuestras preocupaciones, ya que nuestros pensamientos son dispersos y con poca capacidad de concentración para resolver problemas. Entre más pensemos sobre algo, mayor será nuestro miedo, y el miedo debilita nuestros riñones; cuando los riñones son débiles, también lo es nuestra voluntad. Además, afecta a nuestro corazón, por eso, cuando sentimos miedo este comienza a palpitar más rápidamente. Si los miedos son frecuentes, esto puede llevar a contraer enfermedades cardíacas.
La meditación nos lleva a controlar nuestra mente y sobre todo alcanzar niveles más altos de concentración, por tanto, trae una de las mayores ventajas a la hora de eliminar el estrés.
¿Cómo comenzamos a calmar nuestra mente?
Podemos empezar concentrándonos en nuestra respiración, en cómo inhalamos y cómo exhalamos. Aunque puede parecer muy sencillo, no lo es, podemos hacerlo durante un par de segundos hasta que llega a nuestra mente alguno de esos pensamientos que a diario nos acompañan. Por eso hay que intentarlo varias veces y no rendirnos; la idea es concentrarnos en nuestra respiración durante cinco minutos, sin interrupciones de los pensamientos.
Otra opción es mirar una vela encendida durante cinco minutos sin pensar en nada, esto ayudará a la concentración. Si bien este es un ejercicio bastante útil, no es algo que se logra de un día para otro y sin ningún esfuerzo, por eso requiere de paciencia y disciplina.