El viceministro de asuntos exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, comenta que la política de Washington en las relaciones bilaterales carece de la intención de contar con los intereses mutuos y suele imponer su única opinión sobre todos los aspectos.
«EE.UU. se cree el vencedor de la guerra fría, mientras que a su juicio Rusia como heredera de la URSS la perdió. Por eso suponen que Moscú debe obedecer a EE.UU. como un socio subalterno», afirmó Serguéi Riabkov en una entrevista al periódico ruso ‘Kommersant’. Según el funcionario, EE.UU. descarta el mismo concepto de la existencia de los intereses nacionales de Rusia.
Con el desarrollo de Rusia y su creciente influencia en los asuntos regionales e internacionales, esta discrepancia entre la percepción y la realidad por parte de EE.UU. llegó a un punto crítico. «Estoy seguro de que sin Crimea y Ucrania habría aparecido algún otro pretexto. EE.UU. no quiere aceptar la realidad vigente. Este conflicto, de hecho, era inminente», comentó el viceministro.
EE.UU. utiliza la economía global como una forma de armas estratégicas, opina el funcionario. Las cuestiones de comercio, de las inversiones, del acceso a los mercados están sometidas a los objetivos geopolíticos. «No tiene nada que ver con la economía de mercado. Es un arma para contener o atrasar a los países que no le gustan a EE.UU. por cualquier razón», afirmó el viceministro.
En cuanto a las sanciones estadounidenses, Serguéi Riabkov subrayó que «nosotros no suspendimos ningún elemento de las relaciones bilaterales». EE.UU. unilateralmente rechazó muchas formas de diálogo, incluyendo la comisión presidencial sobre los asuntos económicos. «No creo que los lazos con Rusia no sean importantes para EE.UU.», dice el funcionario, pero «parece que la idea de la cooperación mutuamente beneficiosa cedió a un tipo de rabia geopolítica».
De todos modos, la variedad de contactos entre los dos países es tan amplia que a menudo no solo es «posible», sino que «es indispensable», por ejemplo en las crisis regionales, el cosmos y la industria atómica. Rusia no intenta «cerrar la puerta y poner el candado», pero «no queremos que algunas ramas sufran solo por discrepancias en esferas completamente diferentes», afirmó Riabkov.