El objetivo clave de quienes han emprendido y continúan con la operación militar en el este de Ucrania podría ser el control de las regiones de Donetsk y Lugansk, y «una limpieza total» del territorio para extraer gas de esquisto sin obstáculos.
Así lo cree la analista de la Fundación Rusa de la Cultura Estratégica, Ólga Chetverikova, que recuerda el acuerdo para 50 años firmado durante el mandato del expresidente ucraniano, Víktor Yanukovich, entre el Gobierno y la corporación Royal Dutch Shell sobre producción compartida bajo condiciones favorables para la exploración, desarrollo y producción del yacimiento Yuzovsky de gas de esquisto, que se encuentra en la frontera de las regiones de Donetsk y Járkov.
Entre otras compañías involucradas en el desarrollo de gas de esquisto en Ucrania se encuentran EuroGas ucraniana, parte de las acciones de la cual se hallan en manos de la compañía británica Mc Callan Oil & Gas (UK) Ltd, que a su vez pertenece a la corporación Euro Gas, de EE.UU., y Burisma Holdings, en cuya junta directiva ha entrado recientemente el hijo del vicepresidente de EE.UU., Biden Hunter.
De conformidad con el artículo 37.2 del acuerdo, explica la columnista, la gente que reside en esta zona tiene que vender su propiedad y, en el caso de que se niegue a hacerlo, serán obligadas a hacerlo a favor de Shell. Todos los gastos de la empresa relacionados con la exploración del territorio serán compensados por el Gobierno ucraniano a cuenta del gas producido.
Según Ólga Chetverikova, tras la ‘operación de limpieza’ el acuerdo prevé instalar en el territorio de 80.000 a 140.000 pozos, lo que significa la destrucción del área de sembrados y de los edificios industriales, residenciales y de ocio. En cuanto a la tierra negra fértil (Ucrania tiene el 27% de suelo negro en todo el mundo), se prevé venderlo en el extranjero. «En tiempos de paz es imposible lograrlo, pero la guerra lo justifica todo», explica.
Asimismo, la analista sostiene que los interesados en el contrato buscan reducir drásticamente la cantidad de población local para dejar el número necesario de personas para el mantenimiento de extracción de gas. Algunos expertos (como el economista Eugeni Guilbo) afirman que ya se calcula cuántas personas pueden quedarse en la zona. «Son las aspiraciones de ayudar a las corporaciones transnacionales a tomar bajo control yacimientos de la región rica en petróleo y gas», opina la columnista.
A su juicio, la masacre de civiles, la creación de una atmósfera de miedo que obligue a la gente a abandonar su patria y a convertirse en refugiados son las principales herramientas para hacer valer los intereses de las transnacionales, para las cuales «el poder establecido en Kiev después del golpe del Estado es solo un decorado para cubrir la gran limpieza étnica de la población rusohablante de Donbás».
«Las vidas humanas no significan nada para los autores de las masacre en Donbás, así como tampoco existen para ellos las leyes internacionales ni las normas de guerra», concluye.