Cualquier cosa que pase, la final del domingo entre Argentina y Alemania quedará en el recuerdo eterno, con un campeón que hará sonar su himno en un templo del fútbol cuyo dueño fue despedido y humillado. Con la zurda de Lionel Messi, los Albicelestes querrán escribir un poema de amor en Brasil que además alimente una leyenda: ninguna selección sudamericana perdió un duelo decisivo en el continente americano.
Argentina y Alemania son viejos campeones mundiales, pero desde hace tiempo que bajaron al reino de los pobres y ahora quieren volver a ocupar el palacio de los ricos.
Será la tercera final entre ambos países tras la victoria de Argentina 3-2 en México 1986 y la de Alemania 1-0 en Italia 1990. Los cinco títulos Mundiales de Brasil no serán alcanzados ni superados, pero los albicelestes van por su tercera corona y los teutones por la cuarta, algo que si logran les permitirá alcanzar a Italia en la tabla histórica.
Argentina también alzó el trofeo en 1978 como anfitrión, y perdió ante Uruguay la final de la primera Copa del Mundo en 1930. Alemania fue campeón en tres ocasiones, ya que antes de 1990 ganó los títulos en 1954 y 1974.
El estadio Maracaná, donde Uruguay le ganó a Brasil la definición de 1950, será escenario de otro choque por el título y una vez más, la fiesta que armó el local la van a disfrutar los otros.
Potencias del universo no pueden estar tanto tiempo excluidas del gran festejo: Argentina no gana la Copa desde 1986 y Alemania desde 1990. O sea que en sus dos últimos choques finalistas, la alegría de uno fue a expensas de la tristeza del otro.
Pese a esa paridad, Alemania es la sombra negra de Argentina ya que la eliminó las dos últimas veces que chocaron en cuartos: por penales en casa en 2006 y con un 4-0 en Sudáfrica 2010, en lo que fueron los dos primeros Mundiales de Messi. Sobre un total de seis juegos, los europeos ganaron tres y los sudamericanos uno.
Para un argentino no hay nada mejor que levantar el trofeo en territorio de su gran enemigo Brasil, con el que hay extrema rivalidad pese a que la verdeamarela lo supera con amplitud en la cosecha de títulos. Pero los argentinos recuerdan que Brasil está por debajo de ellos en galardones de Copa América, Libertadores y en Juegos Olímpicos.
Más seductor el presente que el pasado, Alemania llega envuelta en una inusual áurea de victoria con la paliza 7-1 que le propinó a Brasil el martes en semifinales en Belo Horizonte, mientras Argentina necesitó un día después de tiempo extra y los penales para quebrar la paridad 0-0 con Holanda en Sao Paulo, cuando Messi hizo lo que pudo y el gigantesco Javier Mascherano lo hizo todo.
Messi viene de mayor a menor. No es la Pulga eléctrica del Barcelona, pero siempre es capaz de hacer caer copos de nieve en pleno calor del Maracaná.
Argentina necesita de toda la sapiencia de Messi, la fuerza de Mascherano, el trabajo colectivo y también el aliento de sus cientos de miles de hinchas que acolchonados en banderas cruzaron la frontera o ya la divisan.
Prioridad: conservar el orden atrás para no verse avasallada por los ataques en multitud de una Alemania que tiene una carta de gol envidiable, Miroslav Klose, quien ante Brasil firmó su 16to gol en cuatro Mundiales, para superar a Ronaldo y convertirse en el máximo artillero en la historia del campeonato.
Cuando ataca, Alemania tritura. Cuando lo hace Argentina, apenas lastima.
Alemania tiene 17 goles a favor y cuatro en contra, mientras Argentina cosechó ocho y recibió tres, con la señal positiva que se fue con la valla invicta en las etapas cruciales mano a mano con Suiza (1-0); Bélgica (1-0) y el 0-0 con Holanda.
Argentina no solo debe cuidarse de Klose (2 goles en el torneo), sino que tiene otras cartas de gol como Thomas Mueller, que con cinco dianas está a una del máximo artillero colombiano James Rodríguez, así como también de André Schuerrle, que tiene tres.
Messi, con cuatro tantos, es el único argentino con chapa de goleador. Ningún otro jugador pasó la unidad con el agravante que entre los artilleros, además de la Pulga del Barcelona, solo figura Gonzalo Higuaín, autor del tanto de la victoria con Suiza.
Se vislumbra un duelo estratégico por la posesión del medio campo, en el que mucho tendrán que ver sus técnicos Alejandro Sabella y Joachim Loew.
El centro es punto frágil de una Argentina que depende mucho del corazón y los tres pulmones de Mascherano, y los despliegues de Lucas Biglia y Enzo Pérez. Con la casi segura ausencia de Angel Di María por lesión muscular, Pérez volvería a reemplazarlo.
Si Argentina no refuerza el mediocampo y sale con marcas personales, podría suicidarse por la velocidad, despliegue y ocupación plena de espacios que suele hacer Alemania con Bastian Schweinsteiger, Toni Kroos, Sami Khedira, Mesut Oezil o a quien le toque jugar.
Argentina ganó todos sus partidos por la mínima diferencia y pese a que tiene a Messi, luce más débil que una Alemania que además incrementó su fama por la forma impiadosa con la que masacró a Brasil.
¿Pero alguno se acuerda cómo le fue a Alemania en otros partidos?
Primera ronda: no pudo vencer a Ghana en el 2-2, cuando los africanos comenzaron perdiendo, lo dieron vuelta y sobre el final Klose ahogó la hazaña.
Octavos: La pasaron mal con Argelia y necesitaron de tiempo extra para vencer 2-1, con goles de Schuerrle y Oezil.
En semis juguetearon con Brasil y a la final llegan afinados como violín.
El violín de Johann Bach cada día suena más lindo.
Pero Carlos Gardel cada día canta mejor.
RIO DE JANEIRO (AP)