En el Viejo Continente, cada vez es más difícil ver mariposas y libélulas de colores oscuros. De hecho, estos insectos están siendo desplazados por otros de tonos más claros, capaces de lidiar mejor con los efectos del cambio climático.
Esa es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores de las universidades de Copenhague y Marburgo y del Imperial College de Londres, que han observado cómo las especies que lucen una coloración más intensa se están moviendo hacia el norte y a regiones más frías, como los Alpes y los Balcanes, al mismo tiempo que Europa se vuelve más cálida.
Según indican en un ensayo publicado en Nature Communications, un buen número de libélulas características del Mediterráneo, como la escarlata, Crocothemis erythraea, o la Coenagrion scitulum ya pueden encontrarse en Alemania. De hecho, esta última ha sido avistada en Inglaterra por primera vez en los últimos 50 años.
El color de estos animales está íntimamente relacionado con el modo en que absorben energía de sol y juega un papel clave en la regulación de la temperatura corporal de su organismo. Precisamente, los de colores más claros se benefician de que estos permiten reflejar la luz más fácilmente, un fenómeno que en las regiones cálidas les sirve para evitar sobrecalentarse y permanecer activos durante más tiempo.
«Hemos hallado una relación directa entre el clima y la coloración de dos de los mayores grupos de insectos, con implicaciones en su distribución geográfica», señala Carsten Rahbek, del Departamento de Ciencias de la vida en el Imperial College, que ha participado en el estudio. «Ahora sabemos que las mariposas y libélulas de tonalidades más claras están mejor preparadas para sobrevivir en un mundo más caluroso, y que los efectos del cambio climático no son ideas sobre lo que ocurrirá en el futuro, sino que ya se hacen notar hoy en día en los ecosistemas».
AGENCIAS