No se? si quiero que se publique este arti?culo», confiesa Lana del Rey tras siete horas de entrevista. La cantante es conocida por sus controvertidas confesiones a la prensa, carne de titulares fáciles. En varias ocasiones ha mostrado su desacuerdo con medios que han puesto en su boca palabras que no ha dicho.
Esta frase no hace más que confirmar la melancolía de su naturaleza. A pesar de haberse convertido en una estrella mediática, Del Rey se parece más a Cat Power o a Kurt Cobain que a Rihanna o a Katy Perry. La cantante me recibe en casa del fotógrafo Francesco Carrozzini, con una gran, blanca y esperanzadora sonrisa, que sugiere que la gente ha podido sacar conclusiones apresuradas de los ti?tulos de algunas de las canciones Sad girl, Pretty when you cry de su nuevo disco; que quizás se han tomado algunas recientes declaraciones (sobre todo: «Deseari?a haber muerto ya») demasiado en serio.
Recientemente, cantó en la boda de Kim Kardashian y Kanye West, quien le dijo: «Me encantan de verdad tus influencias, las visuales y las musicales». Del Rey, sin embargo, no siente que nada de esto sea digno de celebracio?n. «No siento que eso sea el e?xito», explica. «Porque desde luego podri?a haberlo sido, pero siempre sucede algo en la periferia de mi mundo, cosas que no puedo controlar, que acaban estropeando lo que estoy viviendo. Nunca he sentido eso de, ‘Oh, esto es maravilloso».
Quizás esa negatividad tenga algo que ver con su reciente ruptura con Barrie-James O’Neill, la cual se produjo en torno a diciembre tras tres años de relación. «Ha sido duro», dice Del Rey. «Si?, mi vida es una carga demasiado pesada sobre mis hombros, y su neurosis anulo? lo mejor de e?l, creo que eso lo hizo insostenible. Es triste, las razones por las que lo dejamos fueron circunstanciales».
Del Rey presume de conocerse muy bien a sí misma. A pesar de haber tenido ciertos problemas con el alcohol en la adolescencia, nunca ha asistido a terapia, «porque no existe nadie que pueda decirme algo que yo ya no sepa», dice. «Lo se? todo sobre mi? misma. Conozco todas mis obsesiones, intereses y lo que me inspira. Estoy muy en sincroni?a con ello. Lo que no controlo es todo lo dema?s, lo que va a suceder cada di?a. Mis interacciones».
La conversación se va oscureciendo por momentos y me suelta un «bueno, me siento jodidamente loca». A continuación, puntualiza: «Pero no creo estarlo. La gente me hace sentir asi?». Hablamos un poco sobre lo de «deseari?a estar muerta», pero ella lo achaca a las preguntas de los periodistas. «Me parece que la mayor parte de la gente a la que conozco se imaginan que, de todas formas, quiero suicidarme», comenta. «Asi? que es un tema bastante recurrente».
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