Juan Ramón Cano fue condenado a prisión perpetua por el femicidio de la docente Vanesa Castillo, asesinada el 15 de febrero de 2018 a la salida de la escuela de Alto Verde, Santa Fe, Argentina.
El hombre de 30 años escuchó sin inmutarse, enfundado en un barbijo y una máscara. "No existe ninguna duda de la autoría material de Cano, fue él quien mató a Vanesa", afirmó a Crónica la abogada Carolina Walker, que junto a Matías Pautasso estuvo a cargo de la querella.
Ambos insistieron durante el juicio en que el crimen de Castillo fue responsabilidad del Estado, ya que el acusado tenía antecedentes y había crecido en un contexto de violencia extrema, sin el cuidado institucional. Mientras se dictaba la sentencia, en la calles que rodeaban el juzgado, las amigas y familia de la víctima se agruparon para reclamar que la investigación por el femicidio no se detenga con esta sentencia:
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"Él no fue el autor intelectual, Cano admitió que la mató por encargo. Entró a la escuela, la apuñaló 16 veces con una saña increíble. Nosotras lo vimos, él estuvo merodeando la escuela esa semana", aseguró a este diario Cristina, una de las docentes que asistió a las puertas de Tribunales.
El viernes pasado, durante la audiencia de alegatos, las fiscales que llevaron adelante la investigación pidieron la pena de prisión perpetua para el imputado por "homicidio calificado, por ser con alevosía y ensañamiento, y por mediar violencia de género, amenazas calificadas, agresión con toda arma y atentado a la autoridad".
A traición
"La seño Vane" murió pasado el mediodía del 15 de febrero de 2018. Estaba saliendo de la escuela Victoriano Montes, en Alto Verde, rumbo a encontrarse con su hijita. Ya montada en su moto y con el casco puesto, lista para partir, Juan Ramón Cano se le acercó y le manifestó "con usted tengo que hablar", para acto seguido tomarla del cuello y subirse al vehículo, que ya estaba en movimiento.
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Con una chuza de hierro enervado, de fabricación casera, el agresor arremetió contra la indefensa docente, que recibió al menos 16 puñaladas por la espalda, a traición, mientras gritaba desesperada en busca de auxilio. Un montículo de tierra que había en el lugar, debido a que se estaba asfaltando la calle frente a la escuela, logró frenar el ataque, ya que la moto colisionó con este y tanto víctima como victimario cayeron al suelo. Cano huyó, dejando atrás a Vanesa Castillo herida de muerte.
Los vecinos y sus compañeras docentes acudieron a socorrerla pero el daño era demasiado grave. Vanesa esperó por una ambulancia que tardó demasiado, y cuando llegó al Hospital José María Cullen los médicos no pudieron evitar que ese día terminara de manera trágica para la maestra y su familia.
