Médicos sin Fronteras cerró en mayo uno de sus centros de tratamiento de ébola en Guinea porque pensaba que el virus mortífero había sido contenido en ese país.
La región de Macenta, sobre la frontera liberiana, era uno de los primeros lugares donde estalló el brote, pero no habían visto casos nuevos durante semanas. Por eso empacaron y dejaron un puñado de gente de emergencia. El brote daba la intención de aflojar también en otros sitios.
En cambio, se produjeron nuevos casos tras la frontera en Liberia y después el virus se propagó por Africa Occidental. Ahora, meses después, Macenta vuelve a estar en peligro.
El resurgimiento de la enfermedad en un sitio donde los médicos pensaron que había desaparecido indica cómo el mayor brote del ébola se descontroló.
Empezó cuando muchas personas se iban de Liberia a Guinea en busca de mejor atención o para reunirse con familiares.
La epidemia también ha afectado a Nigeria y Senegal y ha matado a más de 2.000 personas en el Africa Occidental. Nunca antes la enfermedad había abarcado una región de tal densidad de población, con muchos traslados entre un sitio y otro. Durante cuatro décadas el virus afectaba áreas relativamente remotas, donde los médicos podían aislar comunidades reducidas e impedir su propagación.
CONAKRY, Guinea (AP)