Cuatro chefs franceses están solicitando que se les permita servir al menos durante un solo día al año una delicadeza prohibida: el escribano hortolano.
Este pájaro, que tiene un tamaño ligeramente mayor a la mano de un niño, suele remojarse en armagnac antes de ser asado entero.
Tradicionalmente el comensal cubre su cabeza con una servilleta con el fin de preservar sus especiales aromas y, según dicen otros, «esconderse de dios» mientras se devora el manjar, con huesos y todo.
El consumo de hortolano se prohibió en los restaurantes de Europa desde 1999. Pero ahora los chefs entre los que se encuentra el aclamado Alain Ducasse aseguran que aunque es importante conservar la vida silvestre, las tradiciones también debe ser respetadas.