En los años 60, EE.UU. intentaba atrapar a la URSS en una carrera espacial que perdía debido a la mala planificación, a esquemas disparatados y a la ineptitud de su espionaje, revela el semanario estadounidense ‘Newsweek’, que ha tenido acceso a documentos secretos recientemente desclasificados que contienen detalles de planes de Washington durante la Guerra Fría.
Washington ansiaba conocer la tecnología de la sonda espacial comúnmente conocida como Lunik, ya que la misión de esta serie de aparatos (de 1959 a 1976) hasta ese momento había garantizado a la URSS un liderazgo incuestionable en la carrera espacial: la tercera nave del programa Luna logró fotografiar el 70% de la cara oculta del satélite. Los logros de los diseñadores de la Lunik «eran mayores que lo que estaba consiguiendo EE.UU. en esta época y los norteamericanos querían desesperadamente echar una ojeada a la tecnología soviética. Una exposición itinerante parecía ofrecer la oportunidad perfecta», escribe el semanal.
La CIA elaboró un plan para robar la información secreta durante una gira que la URSS estaba realizando para exhibir sus logros industriales y económicos, como maquinaria, centrales eléctricas y equipos nucleares. El vehículo espacial Lunik estaba incluido en la muestra.
Los agentes de la CIA determinaron que sería imposible acercarse a la sonda mientras estuviera en la exposición, porque los guardias soviéticos la vigilaban las 24 horas. Eso significaba que el único momento en que la Lunik no estaba bajo vigilancia constante era durante los traslados de una ciudad a otra.
El transporte se realizaba primero en camiones y luego en ferrocarril. Los espías de EE.UU., en colaboración con algunos lugareños, orquestaron que el camión en el que viajaba la caja donde se guardaba la Lunik sería el último en el convoy que salía del recinto de la exhibición. También consiguieron la plena cooperación del conductor, quien fue sustituido por un agente de la CIA que llevó el camión a un depósito de chatarra que la agencia había alquilado.
Una vez allí, los agentes abrieron la caja y comenzaron a tomar fotografías de todos los detalles de la sonda. Al llegar la madrugada, cerraron la caja y entregaron el camión con su carga al conductor sobornado, que lo llevó hasta el patio de ferrocarril.
La información secreta obtenida de la Lunik constituía un tesoro que permitió a los funcionarios espaciales estadounidenses conocer las capacidades de la nave espacial soviética y robar lo mejor de la tecnología de la URSS, concluye el semanario.