Los divorcios aumentan, el amor de tu vida se convierte en plural, disponemos de una mayor independencia y las tecnologías facilitan hasta límites insospechados las nuevas relaciones humanas. Con todas estas características hay más de uno que se pregunta cómo serán definitivamente las relaciones amorosas del futuro, y en este artículo vamos a aproximarnos algo más a esa ¿distópica? visión.
¿Me querrás en el 2060?
Como bien comentábamos en la introducción, vivimos en una época en la que ciertos valores zozobran: la antigua hegemonía familiar se disuelve más fácilmente mediante separaciones, los flechazos se gestionan por Internet y el amor de tu vida es material de novela romántica, pues contamos con varios de ellos a lo largo de nuestro historial amoroso.
No obstante, en opinión de este autor, nos encontramos en unos tiempos algo ambiguos, en el que lejos de permanecer en la mentalidad de hace unas décadas tampoco nos encontramos en una total liberación amorosa, pues mientras algunos dan el paso y se arriesgan, otros permanecen emulando la actitud de sus padres (y abuelos) mientras otros sucumben a una situación a camino entre la tradición y la modernidad.
No excluimos a ningún soñador que busque su media naranja, de hecho es posible (y debería serlo), pero el modo de cultivar la relación será distinta, empezando por la independencia de cada uno de los individuos. En un mundo occidental donde las oportunidades laborales son igual de aptas para hombres y mujeres, la rutina es una cadena que difícilmente soportamos, los círculos de amigos aumentan y las inquietudes se diversifican; la independencia será el primer valor que empañará cualquier relación del futuro.
Y, posiblemente, esta característica venga acompañada de la incipiente tendencia de vivir unidos pero separados en diferentes apartamentos, algo que está funcionando ya en ciertos países.
¿Cómo se darán los cambios?
Estos cambios llegarán a cualquier edad pues, a diferencia de hace unos años, no existe una edad determinada para casarse o tener hijos. Esos acontecimientos giran en torno a nuestra situación personal, laboral y emocional, la cual puede llegar tanto a los 25, los 36 como los 47. Las personas se comprometen y se separan, se vuelven solteras a edades en las que antes habría sido un absoluto tabú y esto nos da una mayor consciencia de nosotros mismos, nos hace obviar a la sociedad y buscar algo hecho a medida.
Y es que las exigencias es otra de las características de cualquier amante contemporánea que busca el amor de su vida mediante tags y descripciones en portales cibernéticos; amor a la carta, ni más ni menos. ¿Malo? Para nada. ¿Artificial? Quizás. Pero es la tendencia amorosa del momento, de hecho hemos obviado los encuentros románticos en trenes y metros para depositar esa fe en el destino mediante buscadores de citas.
Existe un mayor control personal, exigencias y deseos de independencia, y todos ellos componen unas relaciones amorosas que si bien aún zozobran en ocasiones y se cubren de prejuicios, moldean el prototipo del futuro: tú, yo y NOSOTROS, el resultado de dos personas realizadas por su cuenta, que no dudan en dejar espacio de por medio. Y es que, cualquier buena relación comienza con estar bien personalmente. Nadie querrá a alguien que se desprecia a si mismo.
Por último tenemos la gran piedra angular de las relaciones: el sexo, el cual necesita de originalidad y creatividad, de burlar la rutina. No es que defendamos los clubes de swingers, pero sí es cierto que el sexo debe ser estimulado desde otras perspectivas que no sean la infidelidad. ¿Varios amores en la vida? ¿Amantes esporádicos apalabrados con nuestra pareja?
Yo creo que sí puede existir el sexo con una sola persona desde una perspectiva colmada de fantasías que a veces no nos atrevemos a desarrollar, lugares, zonas prohibidas, tabúes. Todo esto debería ser experimentado en pareja, aportándonos una relación más satisfactoria que nos quite las ganas de buscar en otro sitio.
Todo aquello que no conlleve terminar enamorado de Siri, o cualquier robot futurista. Aunque nunca se sabe.
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Las relaciones amorosas en el futuro se verán condicionadas por el propio desarrollo personal, las exigencias y la independencia de un individuo cada vez más hastiado de la rutina y el compromiso. Relaciones más libres y no por ello menos profundas, edades que no entienden de estados amorosos, fiebre cibernética… quizás la evolución total del amor pero manteniendo la esencia de un poema de Neruda o la pasión de Lo que el viento se llevó.
¿Qué opinas de las relaciones del futuro?