Quizás sean un equipo imperfecto, pero los Gigantes de San Francisco pueden presumir con toda ley que son una auténtica dinastía en el béisbol de Grandes Ligas.
Su tercer campeonato de la Serie Mundial en cinco años es el último aval para el cartel, obtenido el miércoles en la noche gracias a un abridor convertido en relevista, la inspiración de un corpulento tercera base de Venezuela que en octubre brilla como nunca y un mánager que es un ajedrecista manejando sus piezas.
Madison Bumgarner salió del bullpen y lanzó cinco innings de un relevo casi perfecto, Pablo Sandoval anotó un par de carreras y los Gigantes de San Francisco doblegaron 3-2 a los Reales de Kansas City en un vibrante séptimo juego de la Serie Mundial.
Los antecedentes remaban en contra de los Gigantes, con el recordatorio que habían transcurrido más de tres décadas desde la última vez que un equipo los Piratas de Pittsburgh se coronó ganando el séptimo juego en estadio ajeno. No sólo rompieron con el patrón, sino que extendieron a ocho su racha de victorias en juegos de postemporada con la soga en el cuello.
En un duelo en el que ambos abridores no duraron nada en el montículo, los mánagers Bruce Bochy y Ned Yost protagonizaron un mano a mano con sus bullpens. Y Bochy tenía la mejor arma a su disposición, la frialdad de Bumgarner, el espigado zurdo de 25 años que acabó con un rescate en su tercera aparición de este Clásico de Otoño para ser consagrado como el Jugador Más Valioso.
Como signo de exclamación de una de las actuaciones más brillantes en la historia de la postemporada, Bumgarner retiró a 14 bateadores de manera consecutiva con apenas dos días de descanso. «No me puse a pensar en innings o en cuenta de pitcheos. Sólo pensé en sacar outs hasta que no pudiera sacar más», dijo Bumgarner.
Sólo se llevó un susto para sacar el último out. El jardinero central Gregor Blanco pifió al tratar de recoger una línea bateada por Alex Gordon. Juan Pérez, de titular en el bosque izquierdo por su defensa, recuperó la pelota en el muro y Gordon quedó anclado en la antesala. Pero Bumgarner forzó a Salvador Pérez a que elevara de foul al tercera base Pablo Sandoval para el out número 27 de la noche.
Los Gigantes, con una nómina integrada por varios descartes de otros equipos, salieron campeones en 2010 al vencer en cinco juegos a Texas, conquistando su primer título desde 1954 en Nueva York. Dos años después, barrieron a los Tigres para el siguiente título.
Con su tendencia de crecerse en los años pares, los Gigantes se convirtieron en el segundo equipo de la Liga Nacional que gana tres títulos en un lapso de cinco años, igualando a los Cardenales de San Luis de 1942-46.
También salieron triunfantes de la segunda Serie Mundial de la historia dirimida entre wildcards, dos clubes que no alcanzaron las 90 victorias. San Francisco derrotó de visita a Pittsburgh en el juego de wildcards, con Bumgarner lanzando una blanqueda. Siempre con los pronósticos en contra, se encarga de dejar en el camino a Washington y San Luis en los playoffs de la Liga Nacional.
Describir como eléctrico el ambiente en la noche de otoño en el estadio de los Reales repleto con 40.535 fanáticos quizás se quedó corto. De pie, los fanáticos de los Reales alentaron incesantemente a todo pulmón. «Lo dejamos todo por el título y tenemos que sentirnos orgullosos por todo lo que logramos. Somos un equipo joven con un futuro prometedor», valoró el campocorto Escobar.
KANSAS CITY, Missouri, EE.UU. (AP)