El presidente de Rusia, Vladímir Putin, está despojando a EE.UU. de su estatus de superpotencia, y para ello no está usando bombas ni tanques de guerra, aseguran destacados expertos estadounidenses en energía estratégica.
Marin Katusa, en su libro ‘The Colder War’ (‘La guerra más fría: cómo el comercio energético mundial se le ha ido de las manos a EE.UU.’) describe que el éxito de Putin se debe a la implementación de un ingenioso plan destinado a diversificar el mercado del comercio energético mundial.
Pero este plan es devastador para EE.UU. debido a que su poderío y prosperidad se basa justamente en el control del comercio energético mundial, además de que este sector es la mayor fuente de demanda de dólares, sostiene Katusa, uno de los inversores más exitosos y gestor de fondos en la exploración de recursos energéticos.
«El arma de Putin son las vastas riquezas de su país. Rusia es el segundo mayor exportador de petróleo, e incluso se prepara para superar a Arabia Saudita. Es el exportador de uranio más grande del mundo, que proporciona energía al 10% de los hogares estadounidenses. El país con las mayores reservas de gas natural», resume el autor en su libro.
Además, el reciente acuerdo energético alcanzado con China y el lanzamiento del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS son una amenaza directa para el actual sistema, que se basa en los petrodólares, señala Katusa.
Por su parte, la profesora de historia en la Universidad de Zúrich, Nada Boskovska, en un artículo del diario suizo ‘Der Bund’ instó a las potencias occidentales a respetar los intereses políticos de Moscú.
Según Boskovska, en la década de 1990 Rusia políticamente era débil y por lo tanto gozaba de simpatía por parte de Occidente. Pero tras la llega al poder de Putin, el país comenzó a retomar su estatus de superpotencia, provocando severas críticas en las naciones occidentales y ahora Rusia juega un rol importante en el escenario mundial.
«Europa y Rusia, les guste o no a los políticos europeos, se encuentran en un mismo bote, por lo que deben esforzarse para evitar la actual retórica de la escalada del conflicto», sostuvo la historiadora.