A JT Mollner le gusta comparar a los visitantes de las casas embrujadas con quienes saltan en bungee o hacen paracaidismo en caída libre: quieren estar a salvo, pero también quieren una descarga de adrenalina.
Mollner es socio de Freakling Bros en Las Vegas. Su padre comenzó a asustar gente en el jardín delantero de su casa en 1976, y la familia desarrolló la casa embrujada independiente en los años 90.
Cuando la familia se percató de que las películas de horror se estaban volviendo más terroríficas pero las casas embrujadas no, decidieron subir el listón y crear una atracción para adultos (menores de 17 años sólo son admitidos si están acompañadas de un padre o representante) llamada «Gates of Hell», o «Las puertas del infierno».
Unos gritan, otros lloran. Algunos de los visitantes más arrogantes salen con los pies sobre la tierra. Eso si logran completar la experiencia. Mollner dice que uno de cada cinco visitantes está tan aterrorizado que tiene que salir antes de la casa.
LAS VEGAS (AP)