El nuevo jefe de inteligencia de señales en Reino Unido acusa a los gigantes tecnológicos de favorecer al terrorismo y los ha exhortado a cooperar con agencias de inteligencia y seguridad internacionales, pese al riesgo que supone para la privacidad.
Robert Hannigan, el nuevo jefe del Cuartel general de comunicaciones del Gobierno (GCHQ en inglés), la inteligencia de señales del Reino Unido, ha acusado a empresas tecnológicas de EE.UU. como Google, Twitter, Facebook y WhatsApp, entre otras, de favorecer al terrorismo, subrayando que el derecho a la privacidad de los usuarios no es absoluto. Su acusación fue formulada a través de una publicación en ‘Financial Times’.
«Sus servicios no solamente albergan contenido de extremismo violento o de explotación infantil, sino que también son vías para facilitar el crimen y el terrorismo», afirma Hannigan en su artículo, agregando que los gigantes tecnológicos «se han convertido en las redes de mando y control preferidas por los terroristas y criminales». Los terroristas del Estado Islámico usan pública y activamente y con habilidad las redes sociales como Twitter, Facebook, Youtube, a diferencia de sus predecesores de Al Qaeda, que preferían buscar lugares escondidos en la red para comunicarse y planear sus operaciones, explica.
De esta manera, Hannigan busca convencer a las compañías para que cooperen con los servicios de seguridad. Según él, el uso de sus servicios por parte de terroristas es algo que las empresas como Google no reconocen. Por su parte, las compañías siguen buscando protección contra las múltiples solicitudes de información sobre sus usuarios a instancias de la misma inteligencia y agencias como la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA). Dicho proceso empezó hace un año, cuando las revelaciones de Edward Snowden pusieron al descubierto la escala real de los programas de espionaje, así como que las empresas tecnológicas entregan los datos solicitados de sus usuarios, algo que provocó una ola de indignación en la Red y polémica sobre la violación de la privacidad.
Sin embargo, según Hannigan «la privacidad nunca fue un derecho absoluto», así que el debate entre los Gobiernos y las compañías informáticas sobre este problema «no puede ser la razón para posponer las decisiones urgentes y difíciles», insiste.