El problema de la economía mundial, que a ratos parece estar desahuciada, podría tener una solución que existe desde hace décadas, y cuyo mentor sería un economista que ha formado parte de la historia mundial.
«La economía global no logra recuperarse. Grecia adoptó la receta y tiene un desempleo del 26%; Portugal obedeció las reglas del presupuesto, y ahora sus ciudadanos están buscando trabajo en Angola y Mozambique; los alemanes están desangrados a pesar del superávit comercial, mientras que en EE.UU. el ingreso familiar promedio es ahora un 3% más bajo que en los peores días de la recesión de 2007-2009. […] ¿Hay un doctor en la sala? Sí que lo hay, y sus recetas son más relevantes que nunca, a pesar de que murió hace 68 años».
La última edición de ‘Bloomberg Businessweek’ está dedicada al economista John Maynard Keynes y, más concretamente, al hecho de que su idea de principios del siglo pasado, parece más útil para la economía mundial que el trabajo del «ejército de doctores en ciencias contemporáneos».
Keynes propuso una idea muy importante, escribe Peter Coy, editor de la sección económica de la publicación: Aquello de que en los momentos difíciles lo que ayuda a una familia en concreto, no ayuda a la economía en general. Cuando el cabeza de familia está sin trabajo, la familia reduce su gasto, pero los gastos de uno son los ingresos de otros, y si todos reducen sus gastos a la vez, eso degenera en desempleo masivo.
El renombrado economista enunció que si las empresas no quieren invertir, y los consumidores no quieren gastar, el Gobierno tiene que romper este ciclo, por ejemplo, aumentando su propio gasto o reduciendo los impuestos para hacer que la gente tenga más dinero.
Keynes demostró que la política monetaria deja de funcionar tan pronto como las tasas llegan a cero, y que en tales circunstancias la reducción de impuestos y el aumento del gasto público es lo recomendado.
Asimismo, afirmó que durante una profunda recesión, cualquier paso que el Gobierno dé a fin de aumentar la actividad económica, es mejor que quedarse de brazos cruzados. Incluso enterrar botellas con dinero en las minas, para que la gente las encuentre, es mejor que no hacer nada.
Por lo tanto, afirma e’Businessweek’, si los gobiernos de los países ricos solo van a esperar y a creer que la economía sane por sí misma, se puede caer en el mismo círculo vicioso del que Japón luchó por salir después de la década de 1990.
Las ideas de Keynes prevalecieron en los años 50 y 60, pero en la década de los 70 se desvanecieron, porque no podían explicar fácilmente la estanflación (una combinación de altas tasas de desempleo y la alta inflación), momento en que a los economistas le atrajo la teoría de las expectativas racionales.
De acuerdo con el editor de ‘Businessweek’, si Keynes estuviera vivo hoy, nos advertiría del riesgo de una repetición de 1937, cuando los errores de los políticos convirtieron una potencial recuperación en la peor recesión de la historia. En aquel entonces la zona de peligro era Estados Unidos, donde la recesión vino sucedida por cuatro años de fuerte crecimiento de la producción, después de lo cual llegó la deflación y una nueva recesión de la que no se recuperaron hasta la Segunda Guerra Mundial. Las dificultades hoy las vive Europa.