Aunque no se conocen con exactitud las causas del trastorno voyeurista, diversos estudios han llegado al acuerdo de que el voyeurismo en los hombres puede ser resultante de elevados niveles de testosterona.
Otra causa que puede explicar este problema es haber sufrido abusos sexuales en la infancia, o algún tipo de disfunción familiar.
Muchas veces, este comportamiento puede ser consecuencia de una accidental observación de personas practicando sexo, y puede derivar en un hábito continuo si se considera una actividad placentera.
Es muy complejo diagnosticar el voyeurismo, porque suele ser un acto que se realiza a escondidas y de forma anónima, así que es complicado de notar. Algunos síntomas que debe reunir un voyeur:
Excitación al observar los actos sexuales de personas desprevenidas.
Tener fantasías sexuales muy recurrentes e intensas.
Comportamiento sexual que afecta claramente a la vida diaria de una persona.
Estos síntomas deben durar más de 18 meses.
El voyeurismo tiene tratamiento, pero debe ser el paciente quién realmente desee voluntariamente empezar a tratarse, sino cualquier esfuerzo será nulo.
Tipos de tratamiento:
Terapia de comportamiento.
Psicoterapia.
Análisis cognitivo.
Análisis psicológico.
En definitiva, la terapia va encaminada a controlar y suprimir un comportamiento que es inapropiado y que además, es un delito. También se procura que el paciente encuentre placer y gratificación en otros tipo de prácticas sexuales aceptadas socialmente. Y en ciertos casos también se recomienda medicación para reducir las hormonas sexuales, principalmente, la testosterona.
El voyeurismo es un trastorno que atenta contra el derecho a la intimidad y la privacidad, y que está tipificado como delito.
Hay que dejar claro que no todo voyeur viola estos derechos. Hay muchos casos de hombres que disfrutan viendo a sus parejas en momentos de intimidad sexual, y ellas son mujeres que gozan exhibiéndose. E incluso, dentro de una pareja el mero hecho de observarla mientras se masturba tampoco es considerado un trastorno.
El problema radica en que se haga a escondidas, de forma compulsiva, que se mire a personas que no saben que son vistas, y que esta sea la única fuente de placer sexual propia.