Esta semana se espera que la OPEP tome una decisión que determine la dinámica de los precios de los hidrocarburos para los próximos meses, tras la caída de los precios del crudo hasta los 75-78 dólares por barril la semana pasada.
Muchos expertos creían que la reciente bajada de los precios mundiales no sería duradera y que se reinstauraría la banda 90-100 dólares por barril muy pronto.
La merma se atribuía a un desbalance coyuntural del mercado, debido al incremento de la extracción efectuada por algunos países ante la decreciente demanda por la debilitada economía mundial.
Se esperaba que la recuperación temporal de la demanda a finales del año elevara los precios. Sin embargo, las expectativas no se cumplieron.
En la reunión en Viena prevista para este jueves, los países miembros de la OPEP tendrán que decidir qué hacer en esta situación: reducir la extracción con el fin de hacer subir los precios o no hacer nada, reconociendo su incapacidad de afectar el mercado mundial, escribe el portal ‘Slon’.
La OPEP pierde terreno
La toma de una decisión por parte de la OPEP está siendo impedida por varias circunstancias.
Primera, el incremento de la extracción de hidrocarburos en los últimos dos años se debió a los países no miembros de la OPEP, principalmente Estados Unidos y Canadá.
La revolución de esquistos, apoyada en altos precios, les ha permitido a dichos países aumentar drásticamente las tasas de extracción y satisfacer la creciente demanda.
Lo que se refiere a la OPEP, sus países miembros venían reduciendo los suministros. Entre las causas principales se encuentran sanciones contra Irán y la prolongada guerra civil en Libia.
Arabia Saudita, el mayor suministrador, ha aumentado su extracción, pero no ha logrado compensar completamente la caída en la oferta.
El actual abaratamiento del crudo en mayor parte de debe a que Libia logró aumentar su extracción cuando nadie lo esperaba.
Además, las continuas negociaciones sobre el programa nuclear iraní han aumentado las posibilidades de que las sanciones impuestas contra el país se levanten y, consecuentemente, crezca su exportación petrolera.
Y no se debe olvidar el ‘boom’ del esquisto en Norteamérica, que amenaza también con compensar todo lo que reduzca la OPEP.
Segunda, existe una incertidumbre esencial sobre el futuro del crudo de esquisto en EE.UU. y su reacción a la caída de los precios.
La mayor parte de la extracción de crudo de esquisto es realizada por centenares de empresas con diversas estrategias de producción, capacidades tecnológicas y enfoques a la financiación.
Este sector se formó hace pocos años y su experiencia es insuficiente para poder pronosticar cómo reaccionaría a las señales del mercado.
Tercera, se han agudizado las diferencias entre los miembros de la OPEP en los últimos años sobre el nivel de precios de crudo que se debe considerar «aceptable», desde el punto de vista de los presupuestos nacionales.
Los de Venezuela, Irán y Libia se balancean a un nivel entre 120 y 160 dólares por barril.
El balance presupuestario de Arabia Saudita, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos y Catar está en un nivel entre 60 y 80 dólares, y estos países ya han anunciado que no van a reducir su producción petrolera.
Por eso, no sorprende que los ministros de Energía de los países miembros de la OPEP hayan estado las últimas semanas discutiendo a distancia entre ellos y mandándose recados en sus declaraciones públicas.
Los representantes árabes dieron a entender que son capaces de tolerar la bajada de los precios, mientras que los ministros de las naciones que sufren problemas presupuestarios llamaron a medidas activas.
Estas diferencias han dado pie a una opinión en el mercado mundial de que la OPEP no podrá alcanzar un acuerdo, y que no se debe esperar una bajada de las cuotas de extracción.
Estas sensaciones han influido además en la bajada de los precios del crudo.