Freddie Mercury es uno de los cantantes que serán recordados por siempre. Como el mismo lo predijo en su momento «I won’t be a rock star. I will be a legend» (Yo no seré una estrella del rock. Y seré una leyenda).
Esto se ha cumplido cabalidad ya que su singular e inconfundible voz perdura en la memoria colectiva de los fanáticos de Queen y de todos los amantes del rock y de la música en general, y ayer fue una fecha algo triste y no podíamos dejarla pasar.
Ayer se cumplieron 23 años del fallecimiento de este ícono que nació el 5 de septiembre de 1946 en Reino Unido y murió el 24 de noviembre de 1991 de una complicación respiratoria a causa del Sida. Este no ha sido un dato menor en su vida ya que se ha especulado mucho sobre su enfermedad y su tratamiento en una época en que aún era un tema tabú.
Hoy, Mercury también es un ícono en la lucha contra el VIH. Más allá de los rumores el líder de Queen no se refirió nunca a su estado de salud desmintiendo incluso cualquier padecimiento de este tipo.
Sobre el lugar en el que descansan sus restos se conocieron diferentes versiones. Luego de su funeral -al que asistieron amigos y colegas como Elton John, David Bowie y los miembros de Queen- se cremó su cuerpo y desde entonces sus cenizas yacen en algún lugar desconocido. Otros creen que se esparcieron en el Lago Lemán, Suiza, donde Mercury vivió sus últimos años.
Mercury nos dejó grandes canciones como «Bohemian Rhapsody», «I want to break free», «Living on my own», «Barcelona» y «Show Must Go On».
Disfrutemos de «Love of my life», otro de sus temas clásicos:
Valeria Martínez