Los efectos del ‘fracking’ podrían ser tan peligrosos como los del asbesto, la talidomida o el tabaco, advierte uno de los principales asesores científicos del Gobierno británico.
La fracturación hidráulica o ‘fracking’, un polémico método de extracción de gas que cada vez suma más detractores, ha recibido el apoyo del Gobierno del Reino Unido, país en el que está previsto permitir a ciertas empresas perforar en tierras pertenecientes a particulares sin su consentimiento.
Sin embargo, numerosos ambientalistas afirman que esta técnica podría contaminar las aguas subterráneas, acelerar el calentamiento global y afectar a las inversiones en energías renovables, indica un artículo publicado en el diario ‘The Guardian’.
En un reciente informe, el asesor científico del Gobierno del Reino Unido, Mark Walport, pone de relieve estos temores.
«La historia presenta muchos ejemplos de ideas innovadoras que más tarde resultaron ser problemáticas», como por ejemplo el amianto, la talidomida, el uso de plomo en la gasolina, el tabaco o los pesticidas, asegura.
Con el ‘fracking’, podría potencialmente ocurrir algo similar, advierte Walport en el reporte.
Estudios han demostrado que el ‘fracking’ contamina las aguas subterráneas y el entorno, ya que el método consiste en inyectar una mezcla de agua, arena y sustancias químicas dentro de las grietas que contienen gas o petróleo de esquisto. Además, los expertos advierten de que la extracción y la quema continua de combustibles fósiles conducirán a un cambio climático catastrófico. Por si eso fuera poco, existen distintos informes sobre los riesgos de provocar sismos, cáncer y otros problemas de salud relacionados directamente con este método de extracción.