Venerado en vida como un santo, el presidente Nelson Mandela ha entrado, un año después de su muerte, en el panteón de los motivos más solicitados en los salones de tatuajes de Sudáfrica, junto con Jesús y Marilyn Monroe.
Desde Johannesburgo al Cabo, los salones de tatuaje ven crecer la moda Mandela. No siempre se trata de un dibujo de la efigie del gran hombre. También se tatúan sus pensamientos, los aforismos, como «Recorrí este largo camino hacia la libertad. Intenté no dudar».
«Se está volviendo cada día más popular», dice Chris De Villiers, artista tatuador de un salón del Cabo. «No de un día para otro, sino que aumenta lento pero seguro».
Y este nuevo símbolo va más allá del color de la piel. Negros o blancos, da lo mismo, a la gente le encanta tener un tatuaje de Mandela.
A menudo por un motivo «abstracto, una especie de graffiti», dice Nadia Smith, empleada de otro salón de Johannesburgo que calcula haber realizado cinco tatuajes de Mandela desde su muerte.
Llevar a Mandela en la piel, como otros llevan un delfín, una rosa o una calavera, sirve para recordar y seguir el ejemplo del difunto jefe de Estado.
Más que los años de militancia del antiguo presidente negro, la elección de la lucha armada del principio de los años 1960 que le valió a Nelson Mandela ser catalogado de terrorista, Ramasamy destaca de la leyenda Mandela los años de negociación que pusieron fin al régimen racista del apartheid y llevaron a Sudáfrica hacia una democracia reconciliada, en la que minoría blanca tiene su espacio. En una palabra, el perdón.
Johanesburgo, Sudáfrica | AFP