En su etapa adolescente, los hijos empiezan a ver a sus padres de un modo distinto, entienden comportamientos, expresiones y maneras de pensar que antes únicamente se limitaban a imitar. Pero en esta etapa también pueden sentir vergüenza de sus padres ante algunos comportamientos de parte de ellos por intentar acercarse más a los hijos.
Hoy quiero hablarte sobre algunas formas para no avergonzar a tu hijo adolescente. ¡Seguro que te serán de ayuda! O al menos te harán pensar…
«Soy tu mejor amiga»
Al igual que los hijos deben respetar ciertos límites, los padres también debemos guardar las distancias en algunas cuestiones. El intentar ser amigos de nuestros hijos es uno de los límites que los padres no deberíamos sobrepasar.
El vínculo de padre o madre es mucho más fuerte y más importante que el que podríamos llegar a tener como amigos de nuestros hijos.
¡Qué has hecho!
Gritarles a los hijos en público además de ser intolerable es una gran falta de respeto hacia ellos. ¿Quieres que tus hijos te respeten? Empieza por hacerlo tú primero y no lo avergüences de esta manera delante de los demás.
Gritarle a tu hijo en público o en privado sólo dañará su mente y su corazón, algo que debes evitar a toda costa. Para que tu hijo sea una persona segura, exitosa y respetuosa tendrás que evitar menospreciarle de esa manera porque entonces únicamente conseguirás que sea una persona débil, deprimida y una persona adulta poco exitosa.
Intenta mantener siempre la compostura, y si estás a punto de estallar… respira hondo y habla con tus hijos cuando puedas controlar tus emociones.
«Dale un abrazo a tu madre»
Yo soy de las mamás que no me canso de dar besos y abrazos a mi hijo a todas horas, no puedo evitarlo y tengo que hacerlo cada día. Soy consciente que cuando crezcan tendré que controlar estos impulsos para que no se sientan incómodos delante de sus amigos.
Cuando un adolescente está empezando a valerse por sí mismo y a tener personalidad, puede sentir gran vergüenza si sus padres le dan muchas muestras de amor en público. Hay que dejar que tenga su espacio en público (¡pero en privado que no se escapen!).