El papa Francisco ofició este sábado una misa en la ciudad de Taclobán (al centro de Filipinas) donde el potente tifón Haiyán causó el año pasado multimillonarios destrozos y dejó más de siete mil muertos.
«He llegado tarde, dirán, pero estoy aquí», dijo el vocero de la Iglesia.
Coincidiendo con una jornada bajo los efectos de una amenaza de tormenta que se aproxima al país asiático, el papa argentino dio un mensaje de esperanza en que además criticó la injusticia y la desigualdad social.
Del mismo modo, el Sumo Pontífice reiteró la intención de expresar su cercanía a quienes padecieron el sufrimiento, las pérdidas y las destrucciones causadas por el super tifón Haiyán y les transmitió su apoyo.
Miles de fervorosos creyentes, armados de paraguas y capas de aguas para protegerse de pertinaz llovizna y enfrentando el embate del viento se congregaron ante un altar erigido en una plaza de la municipalidad para escuchar al vocero católico.
Su estancia en la región más duramente golpeada por el fenómeno meteorológico fue un requerimiento en el programa de visita de cinco días concertado por el Vaticano con las autoridades de Filipinas.