Un padre de familia cometió un crimen: robó una pizza para que su hijo tuviera algo que comer. Y no una precocida y congelada, sino una recién hecha y horneada. El hombre no fue a la cárcel por su delito pero, en cambio, la culpa lo persiguió durante 13 años.
Movido por su angustia, el padre de familia envió el pasado 28 de enero el siguiente escrito a la dueña del establecimiento en la que realizó su robo:
«No tenía dinero y mi hijo estaba hambriento en casa. Sé que no sirve como excusa pero había tocado fondo», indica en la carta que publicó el propietario del restaurante en una red social. Tras las disculpas en varias ocasiones prosiguió: «durante estos años he trabajado muy duro y he creado una empresa rentable en la última década. Mi responsabilidad me obligaba a saldar la deuda. Espero que no haya resentimientos».
Así que, el hombre pagó cristianamente su comida valorada inicialmente en veinte dólares, 173 pesos, al que la propietaria sumó un 8% de interés anual por demorarse en el pago. Es decir, la pizza le salió a unos 54 dólares ,467 pesos.
El cocinero de Caco Cuatro Quesos se refirió al hecho y reconoció que «era una gran demostración de honradez».
Agencias