Puede suceder que una pareja haya comenzado desde puntos similares pero, a medida que la relación avanza, los objetivos en la vida sean diferentes, posiblemente debido a ciertas influencias, una nueva oportunidad laboral o como resultado de una mera crisis existencial. Es en ese momento cuando todos tus sueños se desploman (o reprimen) y aquello que habías planeado se desvanece, buscando respuestas a esa indeseable situación en la que los integrantes de una pareja tienen motivaciones diferente en la vida.
Adaptación, amor, renuncia
Durante meses, o incluso años, hemos programado junto a nuestra pareja una serie de objetivos comunes: alquilar o comprar una casa, ese destino par las vacaciones anuales, un trabajo en una misma ciudad e incluso hijos llegados a cierto punto de estabilidad económica. Sentimos que estamos empezando a vivir los primeros días del resto de nuestra vida, que todo marcha según lo previsto. En otras ocasiones, nos encontramos luchando constantemente contra una diferencia de objetivos que termina por agotarnos o nos lleva a preguntar qué hacer respecto a ese futuro en común.
Sea cual sea la situación, enfrentarnos a unas motivaciones diferentes por parte de nuestra parte (o incluso tenerlas nosotros mismos y no saber cómo ejecutarlas) pueden erosionar cualquier relación. Tú imaginas un futuro estable y perfecto, él una existencia colmada de viajes, de vivencias en diferentes lugares, unos estudios en el extranjero y, por supuesto, ninguna intención de tener hijos o independizarse. Estas motivaciones pueden ser innatas en la persona (el caso conocido como síndrome Peter Pan) o brotar a partir una crisis existencia, unas amistades diferentes o, incluso, como un modo de despistar sutilmente su intención por dejarte, algo que, en algún momento, saldrá a la luz.
Intentar conducir a una persona así a nuestro territorio puede ser similar a dirigir a un caballo desbocado hacia un establo: será complicado y de, conseguirlo, la represión puede conllevar consecuencias aún peores. Es entonces cuando nos preguntamos si intentar inspirar nuestras aspiraciones en una persona que no las tiene es realmente amor, pero eso es algo que queda al juicio de cada uno. Lo importante en esta situación será descubrir si, realmente, detrás de todos esos planes, esa persona quiere seguir con nosotros, sea desde otra ciudad, desde otro modo de llevar la relación (por ejemplo, viviendo separados, renunciando al matrimonio o confirmando su negación ante la posibilidad de tener hijos).
Podemos intentar amoldarnos a esa situación desde un principio, quizás abrir la mente y experimentar nuevos modos de llevar una relación, fomentar la empatía y ponernos en su situación pero siempre dejando las cosas claras, manifestando tus deseos y pudiendo permitirte la opción de realizarlos con su consentimiento. Si la situación se alarga demasiado, y descubrimos que estamos constantemente golpeándonos contra un mismo miro, llegara el momento de tomar una decisión y preguntarnos si, realmente, una persona puede llegar a estabilizarse o si, por el contrario, esa independencia y puntos de miras diferente nos cohíbe a la hora de realizarnos nosotros mismos.
Saber qué hacer cuando una pareja tiene motivaciones diferentes no es un tema fácil, de hecho se convierte en motivo de disputa y resoluciones difíciles en la mayor parte de los casos, aunque siempre existe la posibilidad de que uno de los integrantes, por amor, realmente impulsado a complacer al otro miembro, sacrifique su modo de vida o lo adapte progresivamente a esa nueva relación. El tiempo dictará si seguir o no merece realmente la pena.