Es el término de una historia que tuvo de dulce y de agraz, y que durante los primeros ocho ciclos de la comedia, que en ese entonces contaba con Charlie Sheen a la cabeza, vio cómo ésta llegó a convertirse en la serie predilecta de la audiencia norteamericana, con 29 millones de espectadores, incluso posicionando a su protagonista como el actor mejor pagado de la televisión, con 1,8 millones de dólares por episodio.
Sin embargo, tras una fuerte discusión entre Sheen y Chuck Lorre, el creador del programa, el actor fue despedido y reemplazado por Ashton Kutcher. Con un nuevo miembro en el elenco, la serie apostaba por mantener, e incluso superar el rating, hasta dejar en claro que el éxito obtenido era por la serie en sí, y no por su protagonista.
La arriesgada apuesta hecha por sus creadores y por la CBS parecía ser la acertada cuando el episodio en que Kutcher debutaba como protagonista se convirtió en el más visto en la historia de la comedia. Sin embargo, no duraría demasiado. Poco a poco el éxito que alguna vez tuvo la serie cayó fuertemente, baja que llegó a hacerse dramática en su undécima temporada, cuando los espectadores llegaron a bordear los ocho millones de personas.
Según han manifestado los fanáticos, el gran problema es que la serie original era Charlie Sheen, y sin él, el programa es otro. Aunque suena a un simple comentario de un fiel seguidor del actor, ello no está lejos de la realidad. El intento desesperado de Lorre de negarse a darle la razón a Sheen, hizo que se alargara más allá de lo necesario el programa, hasta dejarlo sin una trama clara, forzando una historia alejada de su título, y con un norte tan poco claro que ni sus creadores parecían conocer.
Cuando comenzó «Two and a Half Men» la historia era clara: La rutina de un hombre (Charlie Harper) desenfrenado y despreocupado, con un estilo de vida que incluye alcohol, prostitutas y relaciones casuales, pero que cambia radicalmente cuando su hermano (Alan Harper) y su sobrino de 10 años (Jake Harper) llegan a vivir con él a su casa de Malibú.
De esta forma, la oferta del título encontraba coherencia en esos dos hombres viviendo en un hogar quebrado y masculino, donde los buenos y malos ejemplos dados por Charlie y Alan, respectivamente, se veían reflejados en el actuar de Jake. Pero con la llegada de Kutcher (Walden Smith) ello simplemente desapareció, ya que el actor encarnó a un millonario enamoradizo y bonachón, polo opuesto al personaje de Sheen.
El giro no funcionó: De ese «hogar quebardo» el escenario mutó a una simple casa de solteros, y sin un personaje claro que rompiera el esquema. Ello fue asumido por los guionistas, quienes percibieron la necesidad de retomar el sentido original de la trama, y llevaron de regreso al alcohol, las prostitutas y las relaciones casuales de la «era Sheen».
Y como si todo eso fuera poco, el «Half» (medio) que lleva el título del programa, y que hacía referencia al niño problema que formaba parte de este hogar, desapareció. No sólo influyó la polémica que el actor Angus T. Jones quien interpretaba a Jake, protagonizó en 2012, y que lo llevó a alejarse de la comedia. Además de las contradicciones religiosas que esgrimió entonces, el niño simplemente creció, y rompió el balance que existía dentro del hogar.
Aunque al final de esta última temporada los creadores decidieron volver a incorporar a un menor, con la adopción de un niño entre sus dos protagonistas, la decisión generó polémica, ya que Walden y Alan se casan sin ser homosexuales para concretar esa idea. Fue un tiro por la culata: En vez de verse como un intento de volver al origen de la serie, la movida fue interpretada como una acción desesperada para lograr mayor audiencia, acudiendo a otro nicho.
El episodio final de «Two and a Half Men», con un título que levanta expectativas en torno a que Sheen estará presente («Por supuesto que está muerto – Parte uno y parte dos»), se estrena la noche de este jueves en Estados Unidos.
Agencias