Como consecuencia de su política económica, EE.UU. se está enfrentando a nuevos retos procedentes de la eurozona y Japón. Según la agencia Sputnik, Washington necesita encontrar con urgencia nuevas oportunidades para su comercio exterior para evitar que la recuperación de sus dos principales rivales económicos perjudique los intereses de las empresas del país.
La zona euro y Japón mantienen una posición económica débil desde el inicio de la recesión mundial en 2008, mientras que EE.UU. se ha recuperado más rápido, llegando a un impresionante crecimiento promedio del 2,3% desde 2009, publica la agencia.
No obstante, el actual estímulo monetario a gran escala en Japón y el lanzamiento de un programa masivo de compra de bonos en la zona euro, junto con el aumento de los volúmenes de las exportaciones de alta tecnología y manufacturas, «podrían ser un indicio de que Bruselas y Tokio por fin han encontrado su manera de salir de la trampa de la deflación».
La presidenta de la Reserva Federal de EE.UU., Janet Yellen, informó en el Congreso esta semana de que no habrá un nuevo ajuste presupuestario a corto plazo dado que el crecimiento económico no es suficientemente sostenible.
Por su parte, las empresas del país indican que un dólar más fuerte ha provocado una significativa depreciación de los bienes importados, y debido al auge del petróleo de esquisto, los combustibles y servicios públicos se han abaratado considerablemente.
Por ello, «EE.UU. pronto podría caer en la deflación no por cuestiones estructurales, sino debido a la abundancia de recursos y bienes».
Así, el fortalecimiento del dólar y el exceso de oferta de bienes y materias primas en el mercado nacional tienen un impacto negativo en las empresas, para quienes ya no es rentable vender productos en el extranjero, y la fuerte competencia en el mercado interno cercena los precios.
Sputnik señala que «el verdadero problema es más profundo y más complicado que una tasa de inflación en una sola nación», ya que el fortalecimiento de la competencia en Europa y Japón pronto puede socavar el gasto del consumidor estadounidense, «afectando al componente del crecimiento estadounidense generado por el sector privado».