Durante muchos años, la ciencia ficción se ha interesado por saber cómo serán las ciudades del futuro, que chismes tecnológicos habremos descubierto o qué planetas habremos colonizado. Sin embargo, pocas de estas imaginaciones han tenido en cuenta qué aspecto tendrán los seres humanos del futuro.
Hasta ahora hemos estudiado la evolución del Homo sapiens desde el pasado, pero avanzar cómo serán los hombres y las mujeres dentro de miles de años es más complicado, y pocos se atreven a aventurarse a ello. No obstante, recientemente Nickolay Lamm, un joven artista de Pittsburgh, Estados Unidos, realizó por ordenador una simulación de cómo podrían ser los seres humanos del futuro dentro de 20 000, 40 000 y 100 000 años, basándose en una serie de conversaciones que mantuvo con el Dr. Alan Kwan, experto en genómica computacional en la Universidad de Washington.
Según el Dr. Kwan, los seres humanos tendrán una frente más amplia, unos ojos mucho más grandes para poder acostumbrarse a la poca luz que habrá en otros ambientes del espacio, así como pestañas más gruesas para protegerse de los rayos cósmicos en el espacio, entre otros detalles. Asimismo, la pigmentación de la piel será mayor para adaptarse a la radiación ultravioleta, las fosas nasales serán más grandes, para acostumbrarse a la respiración en otros planetas, y el pelo será más denso para evitar la pérdida de calor por la cabeza.
A raíz de estas afirmaciones, Lamm realizó sus tres imágenes predictivas añadiendo estos cambios, y dando lugar a un ser humano realmente extraño, casi hermano de E. T. Además de estas puras razones evolutivas, Lamm advierte en su publicación que la tecnología del futuro nos permitirá moldear nuestra biología para adaptarse a los modelos más atractivos para la sociedad, entre los que se encuentran líneas más rectas u ojos más intensos, por lo que estos aspectos también tienen cabida en sus imágenes futuristas.
Puede parecer una locura, pero el caso es que tiene cierta validez si atendemos a investigaciones como las de la Universidad de Birmingham, Reino Unido, que sugieren que las frentes de los humanos de la Edad Media eran más pequeñas que las de los seres humanos actuales, y que en solo 650 años, se ha experimentado un crecimiento del 20% de la zona frontal de la cara. Por tanto, el descomunal tamaño de la frente de las ilustraciones de Lamm podría no ser tan exagerado, al fin y al cabo.
Agencias