Javier Mascherano, el capitán sin cinta, señala el camino en el Barsa

«¡Un animal! ¡Cada día en los entrenamientos, un animal!», exclama con dientes apretados, ojos intensos y golpeando una y otra vez la palma de la mano con su puño opuesto Jamie Carragher, al ser preguntado por la figura de Javier Mascherano.

Emblema del Liverpool, donde jugó a lo largo de toda su carrera y coincidió cuatro años con el recuperador argentino hace cinco temporadas, Carragher no esconde su admiración por el hombre que ha dejado huella en los cinco equipos en que ha jugado y al que todos apodan «El Jefecito», por mucho que el destinatario del mote se ruborice al escucharlo.

Hombre reservado ante los micrófonos pero cercano fuera de foco, Mascherano no goza del glamour de atacantes veloces como el brasileño Neymar ni ocupa titulares como los que acaparó una vez más su compatriota Lionel Messi al término de la victoria del Barcelona el miércoles, 1-0 sobre el Manchester City, y que clasificó a los azulgranas a los cuartos de final de la Champions.

Pero ambos astros saben que «El Jefecito» es el hombre que marca el compás en la caseta, el que nunca se esconde en grandes citas como la del clásico de la liga española contra el Real Madrid del próximo domingo, y jamás falta sin motivo a esas sesiones preparatorias que con tanta viveza recuerda Carragher.

Un palmarés que incluye dos medallas de oro olímpicas, una Champions, dos ligas españolas, una Copa del Rey y un Clausura con River Plate sin duda ampararía tal reconocimiento tras debutar en la primera división de su país en 2003 de la mano del chileno Manuel Pellegrini, hoy también rival con el Man City, y hacerse valer en un club tan exigente como el Barsa, donde debió adaptar sus cualidades de mediocampista recuperador a la posición de central.

Una vez retomado el liderato en la liga con un punto de ventaja sobre el Madrid, el técnico probablemente también valorara el camuflado gesto del santafecino el miércoles cuando, con la eliminatoria europea en suspenso y penal favorable a su compatriota Sergio Agüero, indicó al arquero barcelonista el costado propicio para la estirada, facilitando la atajada.

«Nos salvó del lío», se limitó a decir Mascherano, el primero en abrazar al portero, desviar el mérito al compañero y reivindicar la presencia del renqueante Sergio Busquets de cara al clásico. «Ojalá juegue él en el medio y no yo, porque Busi es el titular y el mejor en ese puesto. No soy egoísta y puedo ejercer de central, ya que en el sistema los automatismos son parecidos», aclaró sin necesidad el capitán sin cinta. El que los barcelonistas esperan siga señalando largo tiempo el camino.

BARCELONA, España (AP)