Inaugurada el 31 de marzo de 1889, se transformó inmediatamente en un ícono fundamental de Francia. El monumento fue construido en dos años y dos meses para la Exposición Universal, que se celebró con motivo del primer aniversario de la Revolución Francesa. Entre 150 y 300 obreros trabajaron para erigir sus poco más de 300 metros, diseñados por el ingeniero Gustave Eiffel.
En su momento, la edificación fue la más alta del planeta. El color original fue el amarillo, pintura de la que ya no quedan vestigios. Aunque hoy es un símbolo indiscutido de la capital francesa, y la visitan 7,1 millones de turistas cada año, varios artistas se opusieron a su construcción, como el poeta Paul Verlaine, que la comparó con un esqueleto urbano, o el escritor Guy de Maupassant que, asegura la leyenda, acostumbraba comer en el restaurante de la metálica construcción de 18.000 piezas de hierro porque era "el único sitio de París desde donde no se veía la torre".
Está situada a 57 metros sobre el suelo, con una superficie de 4200 metros cuadrados, y puede soportar la presencia simultánea de aproximadamente 3000 personas.