Mauricio Betancur fue premiado como Innovador del Año por el MIT Technology Review.
Las minas antipersonal que han plantado los actores de la guerra suponen un riesgo vital para quienes recorren los senderos de las zonas en conflicto.
Las cifras hablan por sí solas: desde 1990, las minas antipersonal han afectado la vida de 11.097 personas. El 20 por ciento de las víctimas fallecieron. Solo entre enero y marzo de 2015, se registraron 73 incidentes, según la Dirección contra Minas de Colombia.
El ingeniero mecánico de la Universidad Eafit Javier Mauricio Betancur, de 33 años, afligido por el impacto de la violencia en Colombia, alguna vez quiso abandonar el país. No obstante, tras un periodo de reflexión, decidió permanecer para aportar soluciones al flagelo, según se consigna en un perfil publicado por la revista MIT Technology Review.
Con ese objetivo en su mira, fundó la empresa Tecnologías Marte en 2009 y empezó a aplicar sus conocimientos técnicos en procura de encontrar soluciones para reducir la incidencia de los artefactos de guerra en soldados y ciudadanos.
Su última invención, unas plantillas que reducen la afectación de las víctimas de minas antipersonal, le granjeó el premio como Innovador del Año por parte del Massachusetts Institute of Technology (MIT). El galardón fue entregado en el marco de la conferencia de innovación Emtech, llevada a cabo en Medellín el pasado 12 y 13 de mayo.
Este accesorio protege contra minas antipersonal cuya carga explosiva no sea superior a 50 gramos. Si la cantidad utilizada en el artefacto explosivo es superior, la plantilla no garantiza protección total, pero sí reduce la afectación de la pierna. Si la amputación no supera la altura de la rodilla, resulta más fácil la eventual implantación de una prótesis, aseguró Betancur.
Las plantillas son una combinación de materiales y geometría. Logran detener los fragmentos y proyectiles expulsados por las minas y también disipan la energía de la explosión, explicó Betancur en una entrevista.
La construcción se inspira en principios presentes en la naturaleza. La distribución de los tejidos que las componen se basó en la geometría de las escamas de un pez. Adicional a esto, disponen de dos capas: una dura, elaborada en compuestos cerámicos, y una blanda, fabricada en polímeros. La primera sirve para detener la metralla presente en las minas; la segunda absorbe el impacto de la onda expansiva.
Este concepto de dos capas de consistencia opuesta evoca a los caparazones de las tortugas. Además, fueron reforzadas en los laterales para proteger el pie en caso de que la mina se pise de costado.
Betancur no reveló detalles específicos sobre la tecnología utilizada porque la patente está en proceso de adjudicación.
A simple vista, las plantillas ofrecen una apariencia convencional. El par pesa 100 gramos y su espesor es de 6 milímetros. Su invención suple una necesidad: el calzado de protección contra minas predominante en el mercado es costoso: un par de botas se consigue, como mínimo, por 800.000 pesos. A su vez, están diseñadas para personal militar, son pesadas y grandes. Queríamos crear una solución cómoda y ajustable a cualquier tipo de calzado. Esperamos que lleguen al mercado en 2016, explicó el ingeniero.
El accesorio de protección se orienta a personas de bajos recursos: se estima que el costo del par será de 50 dólares.
El desarrollo de este invento ha supuesto dos años de investigación. Con ayuda del Ejército Nacional, se han concretado pruebas en entornos controlados. Restan tests de ergonomía, de desgaste y de uso antes de su lanzamiento oficial. A comienzos del año entrante, se donarán cien pares de plantillas en zonas con población afectada. Será una prueba piloto y contará con el apoyo financiero de corporación Ruta N, puntualizó Bentancur.