La violencia arreció ayer domingo en diferentes puntos del El Salvador, registrando 19 asesinatos. Los hechos incluyen un enfrentamiento entre pandilleros y soldados que dejó dos mareros muertos en San Miguel, además del ataque a varias personas en Tenancingo, en donde una murió y cuatro más resultaron heridas, y varios ataques en Apopa.
En horas de la mañana, un hombre de 40 años, padre de tres niños cuyas edades oscilan entre los 5 y 14 años, fue asesinado en la calle principal de la urbanización Tikal Sur, al norponiente de Apopa. La víctima fue identificada por su compañera de vida como Hugo De la O Canizález, quien fue acribillado por varios supuestos mareros de la 18 cuando regresaba a su vivienda en la urbanización Valle del Sol, fuentes policiales que acudieron al lugar.
De la O Canizález tenía más de cuatro años de trabajar como vigilante en la residencial Miramundo, la misma colonia, en la que el pasado 6 de enero fue acribillado el agente asignado a la División Elite contra el Crimen Organizado David Elías Hernández Clavel. Sin embargo, fuentes policiales y militares que acudieron minutos después de escuchar la descarga de balazos indicaron que el vigilante había sido asesinado, debido a que hace pocos días impidió que pandilleros de la 18 ingresaran a la colonia Miramundo.
A pocos metros de policías y militares
«Solo nos había comentado que hace como dos meses le salieron unos cipotes allí, en el mismo lugar donde lo mataron», indicó un pariente. Sin embargo, esta fuente dijo que el vigilante no les había detallado qué fue lo que le dijeron esos supuestos miembros de la pandilla Dieciocho.
De acuerdo con vecinos de la urbanización Tikal Sur, el vigilante fue ultimado a unos 50 metros de donde se encuentra la base de una patrulla de militares y unos 150 metros de un puesto policial. Pese a esa proximidad, ni policías ni soldados llegaron tan pronto a la escena del delito como para haber podido capturar a los sospechosos.
El cuerpo de De la O Canizález permaneció tendido por más de cinco horas, junto a la bicicleta en la que solía transportarse todos los días desde Valle del Sol hasta la colonia Miramundo y viceversa. Con el asesinato de De la O Canizález, los pandilleros de la 18 dejaron a tres menores huérfanos de padre, solo bajo el cuidado de su madre, una señora que trabaja en una maquila y que la aqueja la diabetes, según comentó ella misma.
«Me había dicho que solo este año quería trabajar ya como vigilante y que después se rebuscaría por otro trabajo en el que no corriera tanto peligro», dijo la compañera de vida del vigilante.
Dos asesinatos más en Apopa y Tonacatepeque
Antes del asesinato del vigilante, las autoridades encontraron el cadáver de una mujer cuya edad fue estimada por las autoridades en unos 40 años.
La mujer tenía un tatuaje en el abdomen, aunque no era alusivo a maras o pandillas. Además vestía un traje de baño color rosado a rayas y calzaba unos zapatos Nike negros, además, lucía el cabello pintado de amarillo. El cadáver no fue identificado, porque la Policía no le encontró documentos de identidad. Los restos estaban envueltos en un cartón grande y en una bolsa negra.
Además, tenía varias bolsas en la cabeza con la que aparentemente la habían asfixiado. Siempre en la mañana, las autoridades hallaron el cadáver de un hombre de apariencia joven en el río Las Cañas, kilómetro 11 y medio, siempre de Apopa. Este cadáver tampoco fue identificado por las autoridades por no encontrarle documentos.
AGENCIAS