El taxista puertorriqueño Víctor Pérez Cardona llevó un encargo muy especial en el asiento trasero de su vehículo: una corona de flores de su propio velatorio. El hombre, de 73 años y que murió de cáncer, quiso ser velado al volante del automóvil con el que se ganó la vida durante los últimos 15 años.
Esto es un entierro de pueblo. Ha venido gente de toda la isla. Algunos se subieron en el taxi con él y se sacaron fotos y vídeos de recuerdo, dijo su hija Generosa Pérez Torres, encargada de hacer cumplir la última voluntad de su padre.
En el interior del taxi, que fue estacionado en una funeraria, se podía observar a Pérez Cardona vistiendo gabán, corbata y sombrero mientras sus manos se aferraban por última vez al volante del vehículo.
Desde 2008 los velatorios inusuales fueron en aumento en la isla caribeña, donde ya se ha visto un joven en una motocicleta, otro con ropa de boxeador parado dentro de un cuadrilátero, una mujer recostada en una mecedora y un hombre sentado sobre una mesa con las piernas cruzadas y un cigarro en la boca, entre otros.