Faltaba poco para el mediodía en el colegio San Rafael de Lima. Mientras los alumnos recibían clases, un objeto redondo y pequeño cayó en el patio y fue detectado por los profesores. Había que evacuar de inmediato.
La policía cercó la zona y retiró el artefacto. Era una granada de guerra, pero llevaba el seguro puesto y por ello no explotó. No se trató de un hecho aislado. La escuela se ubica San Juan de Lurigancho, distrito donde unos 50 colegios han denunciado extorsiones en los últimos meses.
En este distrito, el más poblado del país -con 1,2 millones de habitantes- extorsionadores cobran dinero a propietarios de colegios particulares a cambio de dejarlos tranquilos.
«Los extorsionadores averiguan la cantidad de alumnos que tiene un colegio privado, hacen su cálculo y sobre eso aplican un cupo mensual para cada uno de los colegios. Este cupo es para dejarlos trabajar», dice a la AFP el alcalde Juan Navarro.
Uno de los colegios debió cerrar hace unas semanas luego de que sus dos vigilantes amanecieran muertos a balazos. La propietaria había recibido amenazas escritas. «Si no te comunicas a este número, a la próxima te vamos a dejar dos muertos», fue el mensaje de ‘Los Malditos de Bayovar’, banda que fue capturada el último viernes, y que, según la policía, planeaba ataques esta semana.
El director de otro colegio de la zona también fue asesinado luego de que abordó su auto y salió de la escuela. Tras esos acontecimientos, ahora la policía vigila las puertas de las escuelas del distrito.
«Nos ha dado pánico la inseguridad a la que están expuestos nuestros hijos», dijo la señora Justina, a la AFP, luego de dejar a sus dos hijos en una de las escuelas de la zona.
Según el informe más reciente de la ONU, correspondiente a 2013, la tasa de homicidios de Perú fue de 9,6 por cada 100.000 habitantes, un índice alto, pero lejos del escalofriante 90,4 por cada 100.000 habitantes de Honduras, o los de 53,7 por cada 100.000 de Venezuela, o de 25,2 de Brasil.
En Perú, el más importante productor mundial de coca, algunos de los crímenes están vinculados a ajustes de cuentas. A principios de abril, un lujoso auto fue emboscado, baleado y hasta le lanzaron bombas incendiarias. El hecho destapó un sonado caso de narcotráfico que aún se investiga.
Lima, Perú | AFP