Papa Francisco destaca el coraje de la mujer paraguaya

Ante cientos de miles de personas desesperadas por estar cerca de él, el papa Francisco ofreció el sábado su primera misa en Paraguay, en un país donde 90% de la población profesa la fe católica.

«Estar aquí con ustedes es sentirme en casa», dijo el papa, el primer pontífice latinoamericano, al iniciar su homilía. La ceremonia religiosa que precedió a las palabras del papa incluyó rezos en guaraní, idioma indígena que junto con el español es oficial en Paraguay.

El papa rindió homenaje a la mujer paraguaya a la que calificó como «la más gloriosa de América».

«Quisiera referirme de modo especial a ustedes mujeres y madres paraguayas, que con gran valor y abnegación han sabido levantar un país derrotado, hundido, sumergido por una guerra inicua», dijo aludiendo a la guerra de la Triple Alianza.

En ese conflicto Paraguay se batió entre 1865 y 1870 contra Argentina, Brasil y Uruguay y su población adulta de hombres fue prácticamente aniquilada. La mujer paraguaya cargó sobre sus hombros la reconstrucción del país tras los combates.

La misa se realizó en Caacupé, una pequeña ciudad de 48.000 habitantes, el principal bastión de la fe católica del país. Allí, según cuenta la leyenda, hacia el año 1600 la virgen María le salvó la vida a un indígena guaraní cuando fue atacado por una tribu enemiga y éste, en agradecimiento, talló en madera una virgen morena que los paraguayos veneran hasta hoy.

Caacupé, que significa «detrás del bosque de yerba» en guaraní, se encuentra a 54 kilómetros al este de Asunción.

Cientos de miles de personas llegaron desde todos los rincones de Paraguay y países vecinos.

Cuando el papa arribó a Caacupé muchos treparon a los árboles de la plaza situada frente al santuario, elevado a la categoría de basílica menor en la ocasión, para poder verlo. Otros tantos intentaron escalar las paredes de la propia basílica, pero fueron obligados a descender por soldados.

Francisco inició su jornada del sábado saludando a una multitud que lo esperaba a la salida de su alojamiento en la Nunciatura y bebiendo unos sorbos de mate, la infusión tradicional local, que le ofreció un feligrés.

Tras saludar a los presentes, Francisco subió a un automóvil Peugeot que Juan Pablo II había usado en su visita al país en 1988 y se dirigió al hospital pediátrico Acosta Ñú, donde se atiende a niños con cáncer y otras enfermedades graves. Durante todo el trayecto y en el hospital, una multitud se reunió para saludarlo.

Al terminar su visita y abrazado por niños el papa, en un improvisado discurso, dijo que Jesús pide «que seamos humildes como los chicos, espontáneos como los chicos que no tienen vergüenza, sin doblez. Son simples, alegres. Eso es lo que Jesús quiere».

Por la tarde, ya de regreso en Asunción, Francisco mantendrá un encuentro con representantes de diversas organizaciones sociales en el estadio León Condou. Luego recibirá las llaves de la capital paraguaya de parte del intendente Arnaldo Samaniego.

Cerrará su actividad con una nueva ceremonia religiosa, esta vez en la catedral de Asunción, donde pronunciará una nueva homilía.

La visita del papa Francisco ha generado una enorme expectativa en un país donde 24% de la población vive debajo de la línea de pobreza, 14% no tiene empleo y 110.000 indígenas sobreviven en condiciones económicas y sociales paupérrimas.

El domingo el papa oficiará su segunda misa en Paraguay en Ñu Guasú -«Campo Grande» en guaraní-, un predio de la Fuerza Aérea Paraguaya en las afueras de Asunción. Para la ocasión, el artista plástico Koki Ruiz construyó un altar con 40.000 espigas de maíz, 200.000 cocos y 1.000 calabazas, un homenaje a los indígenas guaraníes que veneraban a la tierra por ofrecerle esos alimentos.

El papa arribó el viernes a Paraguay procedente de Bolivia.

AP