Imagínate que un día estás pasando el rato viendo qué dominios están disponibles (extrañas aficiones que tenemos algunos) y de repente ves que Google.com está disponible. Seguro que te frotarías los ojos durante un par de segundos, para luego darle a comprar sin pestañear.
Eso es le que ocurrió a Sanmay Ved, un ex empleado de Google que puede afirmar que por un minuto fue poseedor del dominio más famoso del planeta. Ved contó a Business Insider que se encontraba de noche buscando en Google Domains (plataforma de Google que vende dominios), cuando se dio cuenta que ‘Google.com’ estaba disponible. En vez de la típica cara gris (que indica que ya está registrado), al lado del dominio aparecía la típica cara verde que indicaba que estaba disponible.
¿Comprar el dominio con más tráfico del mundo por 12 dólares? Suena a un buen trato ¿no? En un primer momento pensó que se trataba de un error, pero pudo completar la transacción y comenzó a recibir los típicos emails de “enhorabuena por tu dominio nuevo”, etc. Por si fuera poco, comenzó a recibir correos con información interna, reportándolos inmediatamente al equipo de seguridad de Google.
Ved afirma que “la parte que da miedo” es que fue capaz de acceder a los webmaster controls por un minuto, impresionante. Tuvo la precaución de tomar capturas de pantalla, ya que (de lo contrario) nadie le creería. Todo este proceso surrealista lo detalla en una entrada en LinkedIn.
Desgraciadamente (para él) su suerte no duró mucho tiempo, y Google Domains se apresuró a cancelar la venta un minuto después, afirmando que “alguien” había comprado ese dominio previamente. Obviamente, le devolvieron los 12 dólares. La parte positiva es que ya tiene una impresionante historia que contar: “yo fui el propietario de Google.com durante un minuto”.
Seguramente no pudo comprar el sitio y se tratará de un bug en Google Domains, aunque es bastante curioso que ese fallo ocurra precisamente en el dominio más famoso del mundo. Personalmente, me hubiera gustado estar al lado de Ved en esos momentos, pudiendo ver su cara de excitación y locura (que, al menos, duró unos 60 segundos).
